Damos gracias a Dios por permitir nuestra llegada a San Pablo de Mazaronquiari. Con alegría pascual muy temprano estamos aquí para compartir la vida con los hermanos de esta comunidad. Ellos aún nos miran con desconfianza aunque con esperanza también de que algo bueno recibirán. El coordinador de este poblado nos recibe en su casa y con diligencia nos habilitaron una cama con algunos troncos y una mesa para la cocina. No necesitamos más, estamos cómodas a pesar de las limitaciones.
El padre Oscar, MCCJ tiene ya 10 años recorriendo estos caminos y acompañando a las comunidades de esta parte de Pangoa. Él nos ha encargado una labor especial, la catequesis de niños. Él ya había preparado y administrado los sacramentos a los adultos, los niños quedarán bajo nuestra responsabilidad. Será un mes de catequesis intensiva.
Los niños son pura energía, animosos y con deseos de aprender asistieron hoy a nuestro primer día de catequesis. En sus miradas la inocencia nos alienta, no hay mejor lugar para llevar la Palabra. Reflexionar sobre la creación y leer el génesis con el hermoso panorama del lugar fue incomparable. No se necesitaban imágenes para admirar la obra de Dios. Hemos cantado, jugado y los que más gustó, demostraron su arte dibujando la creación.
Hoy aprendí dos palabras shinana y sarara que significan mujeres y varones. Cantamos y agregamos las palabras en nomatsiguenga. El trabajo como en otras comunidades es tranquilo y se suelen comportar dentro de lo normal. Algunos niños colonos sí hacen desorden.
He visto cooperación, interés y confianza para realizar la tarea.
Luego agradecimos al Señor con una oración.
Rocío y Rosa. LMC Perú