En el Hogar de la Madre Teresa donde trabajo, la mayoría de los pacientes permanecen sólo unas pocas semanas-meses, sólo para el tratamiento. Sin embargo, también hay un pequeño grupo de personas para quienes el centro es su hogar. Son principalmente personas con discapacidad intelectual que no tienen parientes, que fueron encontradas por las hermanas en la calle. Entre ellos está Bereket (que significa Bendición) – hombre con síndrome de Down. Él ha estado viviendo aquí por muchos años, así que desde que vine a Awassa lo he estado encontrando casi todos los días – ya sea en el centro o en algún lugar de la calle cuando regresa de la escuela o en una iglesia donde hace de acolito en la misa. Cada vez que nos vemos me saluda, por lo general con una amplia sonrisa y gran alegría, le gusta hablar de varias cosas, un momento genial para mí fue cuando una vez vino y me dijo que quería mostrarme algo… Me llevó a la habitación, abrió el armario y con orgullo me mostró una colección de pegatinas con jugadores de fútbol 🙂 Una cosa muy pequeña, pero para mí fue muy conmovedor que él quisiese compartir algo tan importante para él conmigo, un gran signo de amistad.
Pero recientemente, Bereket ha comenzado a enfermar gravemente. Un día, cuando me vi a solas con él en la habitación y se sentía un poco mejor, me acerqué con la Biblia en Imágenes y juntos empezamos a leer y contar historias bíblicas, ¡fue tan hermoso! ¡Su fe en Dios, tan sencilla y tan fuerte! Y me pareció que tenía muy buena salud, que estaba recuperando fuerzas… Pero cuando volví al centro al día siguiente, estaba inconsciente, con el rostro lleno de contusiones, con la gente reunida a su alrededor en oración. Resultó que sufrió ataques de epilepsia durante toda la noche (por primera vez en su vida), y al caer de la cama sufrió algunas heridas y magulladuras. Durante los siguientes días, su estado empeoró, se repitieron los ataques epilépticos, no quiso comer ni beber nada, las hermanas hicieron todo lo posible por ayudarlo, pero las medicinas no funcionaron… El sacerdote vino y le dio el sacramento de la unción de los enfermos. Parecía que iba a morir pronto… Fue un tiempo muy difícil, lleno de oración y esperanza. Quedé tan sorprendida cuando, después de volver de Addis, donde estuve durante el fin de semana, ¡Bereket me saludó en la puerta! Excepto por los moretones en su cara, ¡él estaba lleno de salud! ¡Milagro! Y cuando empezamos a hablar, lo primero que me mostró fue la imagen de Jesús Misericordioso y me dijo: “¡gracias a él estoy sanado!” Después de que el sacerdote me diese la Santa Comunión, me sentí mucho mejor”. Qué testimonio tan fuerte del poder de Dios y de la oración. Cuando continuamos la conversación, me preguntó cuándo se haría el Viacrucis de Awassa a Getsemaní (un centro de retiro situado a unos 7 km fuera de la ciudad), porque ya está deseando ir allí. Escucharlo de un hombre que apenas estaba vivo unos días antes… E increíble… ¡Gloria al Señor que hace tales milagros! Y estoy muy agradecida por el testimonio de fe de Bereket, que me ayuda a fortalecer mi propia fe.
Madzia Plekan. LMC Awassa (Etiopía)