Laicos Misioneros Combonianos

El canto de María

Comentario a Lc 1, 39-52 (Solemnidad de la Asunción de María, 15 de agosto 2021)

Magnificat

Este domingo cae el 15 de agosto, en el que se celebra la Solemnidad de la Asunción de María, una fiesta de gran tradición en el mundo católico. La liturgia ha escogido para esta celebración el famosísimo canto de María en el encuentro con su prima Isabel. Su prima la llama “bendita entre todas las mujeres” y María responde con un himno que se reza todos los días, por la tarde, en lo que se conoce como Liturgia de las Horas, que los consagrados y muchas personas rezan diariamente.

Este Canto de María, en el evangelio de Lucas, conocido como “magnificat”, es muy denso y lleno de referencias del Antiguo Testamento. En buena medida está construido sobre el Canto de Ana, la mujer que era estéril y rogaba a Dios con ansiedad y fe para tener un hijo, que de hecho tuvo y al que puso en nombre de Samuel. Cuando quedó embarazada recitó un canto que es muy parecido al de María (Cfr 1 Sam 2, 1-10). Pero también se pueden encontrar referentes en los salmos; por ejemplo, 111, 9; 103, 17; 89, 11, etc.

“La buena noticia que María transmite -dice E. Ronchi- es el enamoramiento de Dios, de un Dios que ha puesto las manos en la espesura de la vida, en las heridas de la historia. El Magnificat es el evangelio que pone en el centro de la religión, no lo que yo hago por Dios, sino lo que Dios ha hecho por mí”.

María, que ha sido alabada como madre y creyente, se reconoce a sí misma como humilde sierva. Solo desde esa actitud (de conciencia de la propia fragilidad) puede uno cantar las maravillas que ha alcanzado a vivir. Una persona humilde se maravilla. Una prepotentes se queda siempre decepcionada. En el colegio, el que esperaba una nota de diez se amargaba si recibía un nueve; el que esperaba un cuatro, saltaba de alegría si recibía un cinco.

La humildad nos lleva a agradecer el don de la vida con tantos dones que lleva anejos. Como ha dicho Jesús, el que se humilla será exaltado y el que se exalta será humillado. La María elevada al cielo es la misma María de un pueblito de Galilea, joven de pueblo, a la que Dios bendijo y se convirtió en una mujer de la que hoy hablan todas las naciones. ¡Qué gran lección para nosotros! No por mucho hinchar nuestro ego somos más, sino por servir más y mejor en la confianza de ese amor gratuito que recibimos de Dios. Porque somos grandes en el amor de Dios no tenemos necesidad de alimentar ridículamente nuestro orgullo.

Buena Fiesta de la Asunción.

P. Antonio Villarino

Bogotá

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