Laicos Misioneros Combonianos

El tiempo va pasando

Misionera en UgandaExactamente hace un año todavía estaba en Polonia, ahora estoy en St. Jude Children’s Home, pero no sólo ahí.

Desde mi regreso a Gulu no ha pasado un año todavía pero todo parece diferente de lo que era antes. Como todo el mundo piensa el regreso es más fácil: lugar familiar, gente, cultura. A pesar de esto, todavía estoy aprendiendo cosas nuevas. Esto también como resultado de los cambios en mi servicio misionero: no sólo estoy en el orfanato, sino también en la escuela que dirige la comunidad de Santa Mónica, en la prisión y también en la casa de nuestros chicos mayores.

El área de nuestro servicio misionero se ha ampliado considerablemente, no sólo el mío, sino también el de Asia y el de Carmen, cada una de nosotras ha encontrado nuevos lugares de compromiso que enriquecen nuestra comunidad en compartir y experimentar la misión.

Como he mencionado anteriormente, además de mis actividades diarias con niños en St. Jude (ayudando en clases de educación compensatoria, apoyo motivacional y trabajo de autoestima de los niños, alimentación y cuidado de los niños con discapacidades, actividades de tiempolibre y oración junto con las jóvenes), también me he involucrado en otros proyectos también.

Santa Mónica es un lugar administrado por una Comunidad de Hermanas. Tienen muchos proyectos y actividades diferentes como la Escuela de Alfabetización para Mujeres Adultas, la Escuela de Costura, la Clínica y el Jardín de Infancia. En este Kindergarten, dos veces por semana, tengo clases con niños que tienen dificultades de aprendizaje. Nuestras clases tienen lugar en el aula donde trato de mostrar al niño, en media hora (las clases se llevan a cabo individualmente), que él es capaz de escribir, contar o responder preguntas. Sin embargo, lo más importante es hacer que el niño se sienta aceptado y que alguien cree en él. Desafortunadamente, el mayor problema entre estos niños es que tienen la autoestima muy baja, son tímidos y no se sienten especiales. Vienen familias donde son muchos y todos son iguales y si son más lentos en aprender o escribir, significa que son peores, estúpidos.

El otro lugar donde voy es la prisión, donde ya he pasado dos semanas junto con un grupo de oración, celebrando la Misa o compartiendo el Evangelio con los prisioneros – hasta ahora este es el comienzo, así que todavía soy nueva en esto, pero estoy muy contenta de poder estar allí. Espero también ir con las mujeres presas, pero comenzaré después de Pascua.

La casa de los muchachos forma parte de St. Jude pero es una casa separada cerca de 2 kilómetros del orfanato. Los sábados por la tarde, voy allí a leer con ellos el evangelio del domingo siguiente, a hablar de sus problemas, a ayudarles con el estudio. Por ejemplo, tenemos un chico que está en la clase P.3 (Escuela Primaria) pero todavía tiene problemas para escribir su nombre, así como problemas de concentración o memorización – pero esto no es porque sea perezoso. Su dificultad para adquirir conocimientos es causada por que la madre del niño estuvo bebiendo alcohol durante el embarazo. Desafortunadamente el síndrome fetal alcohólico (FAS) y el SIDA (tienen medicamentos tan fuertes que sufren efectos secundarios) han tenido un gran impacto en su capacidad y funcionamiento en la vida diaria así como en la escuela.

El tiempo pasa muy rápido, cada día es muy parecido, pero los acontecimientos, las caras y otras situaciones son diferentes. Todo ello me enseña algo, principalmente sobre mí misma. Estoy agradecida a Dios por el don de esta vocación, a veces difícil pero con certeza llena de Su amor y poder. Porque ninguno de nosotros haría nada si no fuera Su voluntad.

Para este tiempo extraordinario de Semana Santa, deseo a todos nosotros momentos de silencio y desierto, que en nuestra tan organizada vida cotidiana encontremos tiempo para Él y en el Día de la Resurrección que nuestras almas estén llenas de Fe, Esperanza y Amor.

Misionera en Uganda

Ewa Maziarz, LMC polaca en Uganda

La pasión de Jesús

Comentario a Mt 26, 14-27, 66 (Domingo de Ramos, 9 de abril de 2017)

Estamos ya en el Domingo de Ramos, con el que damos comienzo a la Semana Grande de las celebraciones cristianas. Hoy se lee la narración de la Pasión de Jesús, según el evangelio de Mateo. Como sabemos, la narración de la Pasión es la primera que se asentó en las comunidades cristianas, que, evidentemente, estaban muy impresionadas y afectadas por los sufrimientos y la muerte de su gran Maestro. También para nosotros es un gran momento para leerla con enorme respeto y devoción, tratando de involucrarnos con nuestro corazón.

La narración da para meditar un largo tiempo. De mi parte apenas recuerdo algunas breves anotaciones:

1.- Entre la traición y la cena de amigos
La narración de Mateo, que leemos hoy, comienza con la traición de Judas, que está dispuesto a vender a Jesús por 30 monedas (el valor de un esclavo). Los sentimientos que este terrible hecho provoca en Jesús, los explica citando libremente el salmo 41, 10:

“Hasta mi amigo íntimo, en quien yo confiaba, el que compartía mi pan, me levanta calumnias”.

El anuncio de esta traición del amigo se da precisamente en el contexto de la cena pascual, la cena de despedida, que se convierte en la cena a recordar para siempre, como de hecho está sucediendo desde hace 20 siglos. Los amigos de Jesús seguimos reuniéndonos todos los domingos en su nombre, compartiendo el “pan” de su cuerpo. Al recordar la amistad del Maestro, lo hacemos con gratitud infinita, con la decisión de serle fieles y de seguir con su misión en favor del Reino del Padre, aunque sin ser ingenuos: sabemos que entre nosotros puede haber traidores y que nosotros mismos podemos caer en esa triste tentación.

2.- La decisión de Getsemaní
Tuve la oportunidad de celebrar una vez la Misa junto a la piedra de Getsemaní en la que se supone que Jesús oró largamente y tomó la gran decisión de afrontar la muerte con valentía y confianza en el Padre. Sentí en aquella ocasión una gran emoción, contemplando a Jesús sumido en aquella batalla interior entre sus ganas de vivir y la certeza de que le tocaba entregar su vida en un acto supremo de generosidad y obediencia:

“Siento una tristeza mortal… Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa de amargura; pero no sea como yo quiera, sino como quieres tú”.

Esta contemplación me da fuerzas para saber afrontar las dificultades de la vida con confianza y firmeza, sin rendirme nunca ante las tentaciones del mal, las traiciones de los cercanos o de mi propia debilidad. A pesar de todo, el Padre está conmigo como estuvo con Jesús.

3.- El pueblo pide su muerte
Una de las cosas más tristes en esta narración es ver como la masa se vuelve contra Jesús pidiendo que lo crucifiquen. Se discute mucho si la muerte de Jesús se debe a Pilatos (por motivos políticos) o a las autoridades judías (por motivos religiosos). Mateo pone en boca del pueblo la siguiente frase: “Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsable de esta muerte”. Esta interpretación de Mateo es una llamada a nuestra responsabilidad en la marcha de las cosas. Fácilmente echamos la culpa de lo que no funciona entre nosotros al Gobierno, a la Iglesia o a cualquier otro. Parece que lo importante es echar la culpa a otro y rehuir nuestra propia responsabilidad. Sin embargo, la contemplación de la condena injusta de Jesús me hace pensar si también yo caigo en la tentación de la acusación falsa y fácil contra otros.

4.- La confesión del centurión: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”

El sentido final de la muerte de Jesús es precisamente mostrarnos su divinidad. Hay que resaltar que con esta humillación total (kénosis) Jesús, en contra de lo que a veces se piensa, no oculta a Dios, sino que lo revela en su verdad más auténtica. La verdadera igualdad de Jesucristo con Dios no queda oscurecida, sino iluminada, por la encarnación y la cruz.

Con esta actitud Cristo nos revela su propia divinidad y la del Padre, “porque Dios es amor. El amor de Dios a nosotros se manifestó en que Dios envió al mundo a su hijo unigénito para que nosotros vivamos por Él. En eso está el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo para que fuese víctima expiatoria por nuestros pecados” (1 Jn 4,8-10).

El anonadamiento de Cristo nos revela plenamente el ser de Dios que es amor, es decir, salida de sí mismo hacia el otro:

“En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; sin embargo, pudiera ser que alguno muriera por un hombre bueno. Pero Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros” (Rm 5,7).

P. Antonio Villarino
Bogotá

Exposición y Convivencia Misionera en Guatemala

LMC GuatemalaSantos y Capaces, haciendo causa común por los más pobres y necesitados” (San Daniel Comboni)

Los LMC PCA en Guatemala, queremos compartir que el pasado sábado 1 de abril festejamos una exposición y convivencia misionera en la Casa Comboni, Guatemala.  Participamos junto a los misioneros de la parroquia Santa Catarina de Alejandría, con quienes desde febrero del 2016, estamos colaborando en su formación misionera.

La parroquia de Santa Catarina de Alejandría está ubicada en Santa Catarina Pinula que es un municipio del departamento de Guatemala ubicado a 15 kilómetros de la ciudad capital.

Este pueblo sufre, en algunas zonas, de pobreza extrema y delincuencia a causa de las “maras”.  Es una de las “zonas rojas” de nuestra ciudad.

LMC GuatemalaEl objetivo de esta actividad fue invitar a los MCCJ que viven en la ciudad de Guatemala, para que, las dos comunidades de misioneros, nosotros LMC y los misioneros catarinos (como cariñosamente les llamamos), les compartiéramos de forma oral y por medio de fotografías, algunas experiencias vividas durante el 2016, y los proyectos misioneros que tenemos para el 2017.

Tuvimos la grata presencia de los MCCJ: P. Pasquale Mineira, P. Carlos Rodríguez, P. Antonio María Bruyel, P. Vicente Clemente y por supuesto, nuestro asesor, Hno. Humberto Rua.  También estuvo presente y fue quien tuvo la iniciativa de esta actividad, P. Walter Santizo, sacerdote diocesano guatemalteco, y párroco de Santa Catarina de Alejandría.

Al finalizar compartimos todos un delicioso almuerzo.

La idea fuerza con que los LMC PCA en Guatemala, iniciamos este año, es: “Santos y Capaces unidos en una causa común en favor de los más pobres y necesitados”.  Así es como Comboni desea que sean sus misioneros.

Confiamos en la Providencia, y nos encomendamos a los Sagrados Corazones de Jesús y María, así como nos lo enseñó San Daniel Comboni.  Dios va siempre delante de nosotros, iluminando el camino para llegar a aquellos que más lo necesitan.

Misioneros de la Parroquia de Santa Catarina de Alejandría

LMC Guatemala

Tercer Encuentro de Formación de la FEC – Misión, Culturas y Religiones

Curso fec PortugalEl pasado 11 y 12 de marzo se llevó a cabo la tercera sesión de formación de la FEC – Fundación Fe y Cooperación – con el tema Misión, Culturas y Religiones. Esta vez, la formación se realizó en la Casa de los franciscanos capuchinos en Fátima. El formador fue el hno. Vítor Lameiras, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

Sólo nos enfrentamos a nuestra cultura, cuando conocemos otra.

El sábado comenzó con el tema de la inculturación, como reto de aproximación. El orador hizo una breve aclaración sobre el concepto de inculturación. Dijo que la inculturación supone la capacidad de entrar en diálogo con otras culturas y no la imposición de nuestra propia cultura. Está estrechamente ligada a los valores de la fe cristiana, y a su adaptación a un contexto cultural diferente.

La tarde continuó después de una comida compartida. Hablamos de la Misión y culturas en diálogo. Y aquí tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre muchos preconceptos que puedan existir sobre las otras culturas y, sobre todo, de los valores Evangélicos patentes en todo el mundo y en todas las culturas, que son iguales. No son valores “sólo de cristianos”, sino más bien valores universales. Y ¿qué valores del Evangelio son estos? Son los valores que nos permiten el diálogo entre las culturas: por encima de todo, el amor (“amar hasta el límite de amar al enemigo y dar la vida”), la tolerancia, la humildad, el espíritu, la donación, la aceptación, el sacrificio, la confianza, la fe, el ser fiable, la capacidad de escucha activa, la apertura al “diferente”, el desapego. A nosotros nos corresponde sembrar, no recoger.

Sabiendo que, la misión no existe como mecanismo de escape y partida, esto requiere una gran entereza de nuestra parte, requiere un corazón abierto a lo nuevo, disponibilidad total de nuestra alma, requiere honestidad y humildad, valores arraigados en mandamiento mayor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

La única certeza que nos acompaña es la certeza del amor, un amor gratuito, este es el valor principal que dará vida a la misión.

Luego vimos un video sobre la experiencia de misión de Catarina Lopes (del equipo FEC) Timor-Oriental. Y de este video, nos queda la imagen de una gran misionera. La verdad sea dicha: en todas las formaciones Catalina nos sorprende y nos hace pensar sobre algo, sobre su experiencia misionera y sobre los frutos que en ella se produjeron. Del video nos quedamos con algunas frases que escribía en su diario durante la misión allí y que compartió con nosotros:

“Aquí (en Timor Oriental) se llora la muerte porque se celebra la vida”.

“Nuestra tarea es sembrar. No recoger”.

“Pensé que iba a salvar el mundo (…). He descubierto que el mundo me ha salvado”.

Y después de este emocionante video, nos pusimos a trabajar: procedimos con una actividad práctica “Tú a tú”. Es decir: el hermano Victor nos lanzó el reto de hablar en pareja sobre nuestros valores a través de las manos. Y aquí se desarrolló una interesante actividad de conocimiento del otro y de su manera de darse a conocer a través de las manos. Lo que, por encima de todo, requiere una actitud de escucha activa y de “no juzgar” al otro. Al final, cada uno contó al grupo lo que el otro le había hablado, ya sea con palabras o con las manos. Llegamos a la conclusión de que las manos y la forma en que se relacionan con el mundo dicen mucho de nosotros y es necesario mirar hacia el otro sin prejuicios. Un aspecto que es ciertamente necesario cuando estamos en relación con otras culturas, en inculturación, involucrados, dentro de otra cultura.

Otra actividad práctica en grupos nos fue propuesta por el hermano Victor. Había un grupo (que interpretó a una población específica portuguesa) con necesidades específicas y otro grupo de misioneros. El objetivo era que el grupo con necesidades informase al grupo de misioneros lo que necesitaba, y de esta manera, el grupo de misioneros primero identificase qué habilidades/capacidades/dones tenían, cómo podrían responder las necesidades requeridas, cuáles eran las características de la población en cuestión (ritmo de vida, cultura, tradición, costumbres, educación, etc.) y, en segundo lugar, junto con el otro grupo concretaran un plan de acción/misión con objetivos, metodología y temporalización. De esta actividad surgieron varias conclusiones, a saber: la existencia de una dificultad de comunicación entre los grupos y dentro de los propios grupos, la importancia de la actitud de humildad para aprender a decir “no puedo”.

Ya en la noche oímos el testimonio misionero de Daniela Pereira de la Juventud Hospitalaria, que compartió su experiencia misionera de un año en Mozambique. Una experiencia que lo marcó de por vida, al menos eso era lo que reflejan sus ojos y la fragilidad de su voz. El sábado terminó con la oración en el Santuario de Fátima. Así junto a María, hubo oportunidad de reflexionar sobre todo lo que habíamos oído, y ofrecerle el día siguiente.

El Domingo se inició con el trabajo en grupo, como lo había hecho el sábado: un trabajo donde se nos propuso una dinámica en la que también había dos grupos – un grupo de misioneros que se preparaban para la misión y del que fueron seleccionados cuatro candidatos para salir; otro grupo que encarnó un pueblo de África a su elección. El grupo de los “africano” seleccionó la República Democrática del Congo, identificando como problemáticas las condiciones de explotación infantil y las condiciones de salud. Presentando el problema a los misioneros “candidatos”, ellos se presentaron a sí mismos y sus motivaciones / habilidades / dones. Esta fue una dinámica activa que nos permitió, entre otras cosas, tener una perspectiva de las dificultades que implica la formación, entre otras cosas: la dificultad para cumplir con las necesidades específicas del país, ya que no sabemos muchas cosas específicas de otras culturas; hay muchos candidatos, pero no todo el mundo puede ir: un momento difícil en la formación – aceptarse frágil, incompleto, en camino, incapaces y que no eso no es malo. Cuando perdemos la capacidad de preguntar, perdemos la capacidad de vivir intensamente el don de la vida. Quien ama, se equivoca.

La reunión terminó de la mejor manera, con la Eucaristía en el Santuario de Fátima.

Curso fec Portugal

Por: Carolina Fiúza y Neuza Francisco.

LMC Portugal

Sal fuera de tu tumba espiritual

Comentario a Jn 11, 1-45 (5º Domingo de Cuaresma, 2 de abril de 2017)

Leemos hoy la historia de Lázaro, amigo de Jesús resucitado en Betania, donde vivía con sus hermanas Marta y María. Las primeras palabras de la narración nos presentan a un enfermo. Con toda probabilidad, la enfermedad de este hombre, como la del paralítico al que bajan por un tejado o la del que lleva 38 años al lado de la piscina, es más espiritual que corporal. A este propósito, podemos hacer las siguientes reflexiones:

1.- Lázaro me representa a mí, llamado a la vida

“Este milagro es solamente el anuncio de la verdadera resurrección, la cual no consiste en una prolongación de la vida, sino en la transformación de nuestra persona. La resurrección es primeramente espiritual y empieza desde ya, cuando por la fe el hombre sale de su manera de vivir, para abrirse a la vida de Dios”. (Biblia latinoamericana).

Lázaro es como la síntesis de la humanidad enferma, atenazada por el miedo a la muerte. Lázaro somos nosotros, enfermos de una vida mortecina (sin amor, sin fe verdadera, sin saber muy bien para qué hacemos las cosas).

2.- Lázaro es llamado por su nombre

A Lázaro -como a Pedro, a Juan, a María y a los otros discípulos- Jesús los llamó por su nombre, lo eligió –“no me eligieron ustedes a mí, sino yo les elegí a ustedes–, sacándolo de la tumba para que viva como hijo, porque el buen pastor lo conoce personalmente. Como a Lázaro, también a nosotros nos conoce por nuestro nombre. No somos seres anónimos en la masa de los que asisten a misa. Somos únicos a los ojos de Dios, que es un Dios de vida y no de muerte.

3.- Lázaro, enfermo de muerte, representa también a los discípulos cansados y “moribundos”

Dado que este evangelio fue escrito después de décadas de vida cristiana (con sus heroísmos, pero también con sus fracasos y deserciones) es de suponer que en la figura de Lázaro el evangelista se refiera a comunidades o grupos de discípulos que han perdido el entusiasmo, que han dejado de ser fieles, que se han dejado “morir” y hasta “enterrar”… hasta el punto de llevar cuatro días enterrados y oliendo mal. Este Lázaro enfermo de muerte representa a muchos cristianos y consagrados que parecen haber perdido el fervor primero, que ya no escuchan la voz del pastor, que se desinteresan por los buenos pastos…
Ante una situación en la que parece que algunos discípulos se desaniman y abandonan la fe, el autor de la carta a los Hebreos les escribe con palabras muy sentidas:

“Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, pues quien nos ha hecho la promesa es digno de fe… Nosotros no somos de los que se echan atrás cobardemente y terminan sucumbiendo, sino de aquellos que buscan salvarse por medio de la fe” (Cfr Hb 10, 23-39).

Contemplando la figura de Lázaro me pregunto: ¿Estoy yo acaso también “muerto” espiritualmente? ¿Me he encerrado en alguna “tumba” hasta el punto de permitir que algo se pudra dentro de mí y comience a “oler mal”? En ese caso, la Semana Santa es un buen momento para escuchar la voz de Jesús que me dice:

“Amigo, sal fuera, sal de tu tumba; ven fuera y déjame darte un abrazo de amor y de vida, porque mi amor por ti no muere nunca”.

P. Antonio Villarino
Bogotá