Nosotros, del grupo Laicos Misioneros Combonianos de Bolonia, decidimos “salir”.
Salir para conocer a las comunidades parroquiales, para reflexionar y compartir los Nuevos Estilos de vida.
Compartir cabeza: para entender los fenómenos en los que estamos inmersos.
Compartir Corazón: para entender las necesidades de cambios internos y externos.
Compartir Manos: estimular iniciativas desde donde cada grupo local parroquial puede actuar. Sentimos que es importante embarcarse en una caminata misionera que ayude a desafiar un estilo de vida cada vez más consumista e individualista que aumenta cada vez más las desigualdades sociales, locales y mundiales, así como perjudicando gravemente a nuestra Casa común: la Tierra.
La naturaleza de nuestro planeta, maltratada y herida, las trágicas condiciones de vida de sus habitantes, no nos deja indiferentes. Es un grito cada vez más fuerte en nuestros oídos y está presente aquí y ahora. Es inútil negar que nuestros estilos de vida actuales crearon y continúan generando una serie de daños al medio ambiente, contribuyendo al aumento de la pobreza, a las miserias del mundo.
Nuestras pequeñas decisiones, nuestras acciones diarias, tienen una repercusión global. Lo que usamos y consumimos, lo que compramos, lo que usamos y desperdiciamos,… el mundo se ha convertido en una única casa donde todos somos interdependientes y responsables de cuidar de ella. La mismo Laudato Si exhorta a superar el individualismo y a proponer un estilo de vida alternativo.
Con estas premisas orientando nuestra voluntad, fe y compromiso, nos encontramos el domingo 19 de noviembre, con ocasión del Día Mundial de los Pobres, en la parroquia de Cristo Rey de Bolonia, para compartir con los parroquianos el almuerzo de la comunidad con los “pobres” de la ciudad, fue un momento de reflexión y de compartir sobre los temas del Nuevo Estilo de Vida.
Fue nuestra primera reunión “fuera”.
Con los parroquianos colocamos Cabeza, Corazón y Manos, emociones, reflexiones y sobre todo el deseo de comprometer y construir algo “bueno”.
Esto implica que es importante encontrarnos juntos para tejer relaciones que se hacen cada vez más necesarias a partir de la soledad, de la impotencia, de la soledad urbana, cada vez más pobres de gestos de convivencia y “humanidad”. Con pequeños pasos, queremos emprender este camino misionero sin preocuparnos de cantidades (sin somos muchas o pocas personas), sino preocupados de la calidad y por encima de todo de las personas que quieren caminar con nosotros, porque juntos crecemos, andamos, compartimos y transformamos. La misión nos invita a “salir”, a ser testigos, pero no solos, junto a los Otros. Continuaremos encontrándonos con otras parroquias en 2018, intentando construir alternativas que surjan de la solidaridad, el encuentro y la convivencia. Que ayuden a tejer una red de ideas, iniciativas y grupos con un compromiso con la justicia.
Como Gandhi decía: “Se el cambio que desea ver en el mundo”, por eso depende de nosotros.
Emma, LMC de Bolonia