Confirmamos que Dios es ternura y misericordia y que los jóvenes están muy comprometidos con la gente que sufre.
El grupo LMC de Guadalajara atendimos a la invitación de los padres Gustavo Covarrubias y David Tena, para asistir al campo misión 2016, en Tala Jalisco. Nos integramos con el grupo juvenil éxodo. La preparación se llevó a cabo algunas semanas antes por medio de lecturas y un retiro espiritual durante el cual acordamos con los jóvenes y los padres el programa de trabajo. Reconocemos la buena logística pues nos entregaron horarios, material y rosarios benditos para ofrecerlos a los enfermos; así como las instrucciones por si alguien quería confesarse, recibir la comunión o la extrema unción.
Durante la Semana Santa, por las mañanas acudíamos de forma individual cada quien a un centro de catequesis para apoyar a las catequistas en la exposición del tema central que fue la misericordia, hacíamos dinámicas y tareas con los niños. A media mañana, nos dividíamos en equipos de 6 o 7 personas para ir al hospital, asilo o centro penitenciario respectivamente.
En el hospital visitamos a los pacientes en su cama individualmente, hacíamos oración y cantos. Los enfermos agradecían nuestra presencia, algunos nos compartían sobre su enfermedad y la relación con su familia. Al principio, los jóvenes entusiasmados querían hacer actos de magia y vestirse de payasitos pero no se pudo, aún así hacían sentir un ambiente muy alegre. Llegamos a pasar hasta más de una hora con algún paciente que no quería que lo dejáramos de escuchar. Llevamos cartas de aliento a los enfermos y de felicitación a las señoras que acababan de tener a su bebé.
En el asilo, de igual forma, saludábamos y reuníamos a los ancianos, hacíamos oración y dinámicas para conocernos, leer la biblia, o jugar algún juego de mesa como la lotería. La gente tuvo mucha apertura y confianza para compartir sus dolores, sus alegrías y lo que estaban viviendo. Se notó siempre la ayuda del espíritu santo para iluminarnos con palabras de amor y de paz.
En el centro penitenciario sólo nos autorizaron convivir con un grupo de presos. Con ellos hacíamos dinámicas y reflexiones sobre pasajes de la escritura como el hijo prodigo, la crucifixión y muerte de Jesús. Una actividad fue leer la carta que la presa de Cd. Juárez dirigió al papa Francisco. Algunos recibieron el sacramento de la confesión y el Padre David celebraba la eucaristía. Al terminar la visita, comíamos algo con ellos para fomentar la convivencia. Se notaba que les alegraba nuestra presencia, les daba esperanza y ganas de seguir adelante.
Por las tardes, las familias del pueblo nos recibían en sus casas para darnos de comer, ofreciéndonos siempre lo mejor que ellos tenían. Después de comer nos trasladábamos a la capilla que nos correspondía en grupos de tres o cuatro para dar charlas a jóvenes y adultos sobre el triduo pascual y la misericordia de Dios, durante las cuales hubo muy buena participación.
Cada una participó en las actividades del triduo pascual en las diferentes capillas; sólo algunos nos reunimos el viernes durante la participación en el viacrucis en la parroquia del centro. Esta experiencia fue muy agradable, el haber conocido jóvenes sanos con ideas muy solidarias y que expresaban mucha ternura. También creemos que ellos estuvieron muy contentos de interactuar con nosotras y con todo el trabajo que realizamos. Nos adaptamos al trabajo en equipo y había responsabilidad en su forma de trabajar, eran muy activos y atentos, compartían su alegría, bailando, cantando y gritando. Nos quedamos con esa dulzura de saber que si siguen perseverando con esa entrega y amor, llegaran muy lejos en el amor a Dios y a sus hermanos.
Adri, Oli y Mire. LMC México