Jesucristo, Tú eres el primer misionero del mundo, gracias por la gracia de la fe y por todas las personas que me ayudaron a llegar a conocerte.
Te pido que me enseñes a escuchar tu voz para descubrir humildemente mi vocación y aceptar las tareas que pones delante de mí.
Ayúdame a crecer en una mayor conciencia de mí mismo y enviame el Espíritu Santo para superar mis debilidades. Déjame seguir el ejemplo de San Daniel Comboni, con energía y sensibilidad para servir a Dios y a su pueblo toda mi vida como Laico Misionero Comboniano.
Sostén a los misioneros que trabajan allí donde les envías para que “toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor”.
Amén
LMC Polonia