Laicos Misioneros Combonianos

Pan para el camino

panes
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Un comentario a Mt 14, 13-21  (XVIII Domingo Ordinario, 2 de agosto 2020).

La multiplicación de los panes es descrita por todos los evangelistas. Lo que es un indicio de su importancia en la vida cristiana.

Para entender bien este relato hay que tener en cuenta toda la historia del Pueblo de Israel. Si recordamos bien, el pueblo, en una gesta heroica y milagrosa, se liberó de la esclavitud, pero después tuvo que recorrer un largo camino por el desierto, padeciendo hambre y sed, con el riesgo de morir en la miseria y la derrota. En ese momento duro de su historia, el pueblo volvió a experimentar la cercanía de Dios cuando, en contra de todas las evidencias, encontró el alimento que le permitió, no sólo seguir viviendo, sino también seguir avanzando hacia la tierra prometida.

Más tarde, cuando ya habían consolidado una historia de libertad, los judíos comprendieron que para ser pueblo libre, justo y feliz, no les bastaba el pan ordinario. Necesitaban otro tipo de “pan”, otro alimento que les ayudase a caminar en justicia, verdad, respeto mutuo y sabiduría. Y Dios le dio a Moisés la Ley, la Palabra que alimentaba el camino espiritual del pueblo.

Desde entonces los hebreos alababan a Dios, no sólo por el alimento material, que les permitió sobrevivir en el desierto, sino también por el pan espiritual, que les permitió tener sabiduría para crecer en medio de las dificultades, dudas, tentaciones y falsas sabidurías.

Sobre este trasfondo se entiende el “signo” de hoy. Jesús es quien nos da el Pan de Dios, la sabiduría que nos permite caminar en comunidad, en medio del desierto y de la soledad de la vida. Cuando ” comemos” el cuerpo de Cristo, comemos su Palabra sabia, nos identificamos con su amor al Padre y a los hermanos. Con él ya no arriesgamos morir en el desierto de la dificultad o el pecado. Con él nos unimos a la comunidad para festejar la vida, sentados para participar del banquete del amor y de la fraternidad. Sin Jesús nos amenaza el ” hambre”, la falta de sabiduría, el desconcierto. Con Jesús estamos seguros de no desfallecer de hambre espiritual, de sabernos siempre amados por quién os ha creado y nos espera al final del camino.

Participar en la Eucaristía es alimentarse para seguir adelante en el camino de la vida.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Encuentro online LMC América

LMC
LMC

El 25 de julio, día del Apóstol Santiago, celebramos encuentro virtual de Comité Americano, acompañadas de Alberto de la Portilla y la presencia de LMC de 7 países: Estados Unidos, Perú, Guatemala, El Salvador, México, Colombia, Ecuador y Brasil; tuvimos la presencia gracias a Dios del Hermano Humberto  Rúa y de los Sacerdotes Gianni Gaiga, Juan Diego Calderón Vargas y Chris Aleti. Cada país compartió la realidad que están viviendo en sus comunidades por el covid-19 y nos dimos cuenta que nos ha afectado a todos de igual manera pues es la misma enfermedad con sus efectos y consecuencias. Pero a pesar de ello nuestros rostros estaban alegres de vernos y compartir vivencias propias de los Laicos Misioneros Combonianos. Compartimos como nos cambió la forma de hacer misión en estos días, pero que no hemos dejado de servir a Cristo con distintas ideas que nos alimentaron a todos.

En su mayoría los grupos están haciendo uso de las plataformas virtuales para todas sus actividades, así como ayudar con alimentos a personas necesitadas. La parte económica si preocupa en cierta manera ya que los cuatro meses de encierro no han permitido trabajar en la animación misionera. Nuestra próxima reunión será el 28 de noviembre de 2020 en donde esperamos reunirnos de nuevo y compartir como hemos avanzado en estos meses.

LMC

“LA VIDA DE UN MISIONERO ES UN CAMINAR DIA A DIA Y EN NUESTRA FRAGILIDAD HUMANA LE SERVIMOS A CRISTO.”

Beatriz Maldonado y Mireya Soto

Cultiven un sueño

Ezequiel

Terminamos esta serie de videos con los que hemos acompañado los 35 años del martirio del P Ezequiel Ramin. En esta ocasión los Laicos Misioneros Combonianos de Brasil nos anima a cultivar y seguir un sueño en la vida como así animaba el P Ezequiel.

Permanezcamos fieles a nuestra vocación y seamos valientes. Que el ejemplo del p Ezequiel y otros mártires de Latinoamérica nos dé fuerza y valentía para cambiar las injusticias del mundo caminando al lado de los pueblos que la sufren.

Recibamos la vela en nuestras manos y que esta nos dé luz en nuestro caminar.

Familia comboniana en Misión

El “buen negocio” del Reino

Tesoro

Un comentario a Mt 13, 44-52 (XVII Domingo ordinario, 26 de julio 2020)

Tesoro

Concluimos la lectura de las siete parábolas que Mateo reproduce en el capítulo 13, explicando cómo funciona el Reino de Dios. Hoy nos tocan tres muy breves parábolas: el tesoro, la perla y la red. Son casi como tres modernos “twits”, frases muy breves, pero contundentes y llenas de significado.

Yo me detengo brevemente las dos primeras, que son muy parecidas y tienen un mismo significado; hablan de “un tesoro escondido” y de “una perla de gran valor”, algo por lo que merece la pena venderlo todo. El Reino de Dios (su amor, su verdad, su justicia y misericordia) es más valioso que todo lo demás.

Estas parábolas me recuerdan el testimonio de San Pablo, que en la carta a los filipenses dice lo siguiente:

Lo que entonces (antes de mi conversión) consideraba una ganancia, ahora lo considero pérdida por amor a Cristo…Es más, pienso incluso que nada vale la pena si se compara con el conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, y todas las tengo por basura con tal de ganar a Cristo” (Flp 3, 7-8).

En la historia de la Iglesia hay muchas personas que lo han dejado todo por seguir a Cristo; personas que han renunciado a riquezas, honores y hasta sabiduría humana, porque todo eso le parecía poco importante ante el hecho de ser discípulo de Jesús de Nazaret y de consagrarse a su Reino.

 Pienso, por ejemplo, en Ignacio de Loyola que abandonó su carrera militar y sus deseos de gloria para dedicarse totalmente a la causa del Reino de Dios; o en Daniel Comboni, que renunció a una prometedora carrera eclesiástica en Europa, para dedicarse, cuerpo y alma, a la misión africana en nombre de Jesucristo; o la Madre Teresa de Calcuta, que dejó su colegio de niñas bien para irse, en nombre de Jesús, a atender a los moribundos de Calcuta…

Pienso en los misioneros y misioneras que abandonan su tierra y su familia para “comprar” la alegría de una vida dedicada al servicio del Evangelio y de los más pobres y abandonados.

A ninguno de ellos les costó dejar sus “riquezas” y comodidades, sino que les pareció un buen negocio. Han cambiado una riqueza efímera y unos honores humanos por la alegría de vivir como discípulos de Jesús y obreros de su Reino de amor y de paz, de justicia y de verdad.

Hoy es un día para preguntarme: ¿Me contento con alguna perlita de poco valor (mi autoestima, mi confort, mi comodidad, mis pecadillos) o busco la perla del Reino de Dios? ¿Sé dejar lo que sea para vivir como discípulo de Jesús? ¿Estoy haciendo un buen negocio con mi vida o me contento con valores menos importantes?

P. Antonio Villarino

Bogotá

Peregrinación con testimonio de la hermana Dina y carta del P. Ezequiel

Ezequiel

Mientras celebramos el 35 aniversario del martirio del Siervo de Dios, el Padre Ezequiel Ramin, la Hermana Dina Siquiera, misionera comboniana, comparte su testimonio de vida y vocación y Miriam lee una de las cartas del Padre Ezequiel Ramin: “La situación se está calentando. La Iglesia Católica organizó el Día del Trabajo el 25 de julio. Entre los cortejos, bandas y procesiones, se esperaba haber promovido algo. En Cacoal, ante nuestros ojos, la policía arrestó al presidente del sindicato rural, un agricultor con 2da clase. Nos vimos obligados a protestar con el peligro de ser arrestados. En Aripuanã, un lugar cercano, la policía disparó durante la procesión. El obispo iba al frente. Tres heridos, incluido uno muy grave. El coche de la parroquia quedó como un colador. Se requiere una reforma agraria. ¡La reacción de quienes tienen 10,000 hectáreas de tierra es evidente! Pero el Señor siempre nos protege y esto es suficiente “.

Familia comboniana en misión