“Trabajemos todos sin otro afán de emulación que el de ganar más almas para Cristo, ayudándonos mutuamente. Compartan un mismo deseo, un mismo fin, un mismo empeño todos los que aman a Jesucristo”
(Escritos 2182)
Queridas/os todas/os:
Nosotros los miembros de los Consejos generales y el Coordinador de lo LMC, nos reunimos desde el 22 al 24 del pasado mes de abril, en la casa natal de San Daniel Comboni en Limone, movidos por el deseo de hacerles partícipes, aunque sea en parte, de lo que vivimos y compartimos, les escribimos esta carta esperando que la comunión que experimentamos llegue también a cada uno de ustedes, allá donde la Providencia los ha puesto, para servir y dar su vida por el anuncio del Señor Jesús, crucificado y resucitado.
Esta ha sido la primera reunión que se pudo realizar de manera presencial, después del largo tiempo de aislamiento causado por la pandemia, con todo lo que ello ha significado, por el alto precio pagado, hasta con la vida, por muchos cohermanos y cohermanas. Una pandemia que ha obligado a posponer la Asamblea General de las MSC y también el Capítulo General de los MCCJ que se celebrará el próximo mes de junio. En este año en el que las SMC están celebrando el 150° aniversario de su fundación y en el mes octubre también tendrán su Capitulo General. Todas estas razones han motivado esta reunión, no menos importante, la sinodalidad a la que nos invita la Iglesia universal, y nuestro ser Familia Comboniana que es, de por sí, expresión de una Iglesia sinodal. Nuestro caminar como Familia Comboniana no es algo opcional, no se limita al encuentro entre responsables, más bien se hace vida en las comunidades, en las misiones concretas donde se vive y se trabaja con objetivos compartidos.
El “encontrarse” para compartir como familia nació discretamente pero ha evolucionado, más que como resultado de una programación, movido por el deseo percibido y la conciencia de pertenecer a una raíz común. Encontrarse siempre es una ocasión para crecer en la conciencia de ser parte de una misma Familia carismática, porque así nos ha pensado San Daniel Comboni, para fortalecer el compromiso de seguir sintiéndonos parte de ella y los frutos, que han crecido con el tiempo, nos confirman que este es el camino correcto.
Nuestro anuncio y testimonio, más allá de los ministerios y servicios que estamos llamados a realizar, es ante todo vivir como hermanos y hermanas, miembros de la misma Familia: sin este testimonio, incluso las actividades más bellas pierden valor. Todos aquellos que han experimentado la colaboración y el trabajo en conjunto como Familia Comboniana, saben que no es fácil y que incluso algunos no entienden este valor de la colaboración, sin embargo, nosotros creemos sinceramente en ella y les invitamos a mantener este horizonte como una meta deseable.
Un encuentro fijado también para evaluar el camino hasta aquí recorrido, tomando como base la carta sobre la colaboración escrita en 2017 y el trabajo sobre ministerialidad en el que participaron un gran número de miembros de la FC, gracias al compromiso y dedicación de la Comisión designada y otros colaboradores capacitados y cualificados. Damos gracias al Señor que nos ha sorprendido con lo que hemos podido conseguir y sobre todo por quienes han participado y disfrutado de este camino.
El Hno. Antonio Soffientini, compartiendo la reflexión sobre este tema, realizada por la provincia italiana del MCCJ, nos invitó a no poner un adjetivo, una “etiqueta” limitante a la ministerialidad, porque la ministerialidad tiene muchas expresiones y no es solo hacia “el exterior, ad extra”, sino también hacia “el interior, ad intra” y esta última a menudo escapa a cualquier mapeo. Todos los servicios que requiere la vida de la FC son ministerialidad: formación, autoridad, administración, coordinación y acompañamiento en cada etapa de la vida de los miembros, desde el inicio del camino hasta la ancianidad.
Un signo que permanece
Los generales y coordinadores de las cuatro expresiones de la Familia Comboniana han querido expresar su unidad y el deseo de ver crecer la semilla, que el reconocimiento del Carisma de San Daniel Comboni ha generado en ellos en estos años y que estos dos días de encuentro han reavivado, confiándolo a un arbolito de olivo plantado todos juntos, en los terrenos de la casa natal de San Daniel Comboni. Así, cerca de otros olivos, muy antiguos, dedicados a varios miembros de la familia de San Daniel Comboni, crecerá uno nuevo dedicado a la Familia Comboniana.
Queda ahora el desafío de continuar el camino y por eso deseamos pasar “el relevo” a los nuevos Consejos Generales del MCCJ y SMC que serán elegidos en los próximos Capítulos Generales, pidiendo a las MSC y al LMC que actúen como “puente” y enlace, para nuestro camino futuro, juntos.
El Buen Pastor, con el Corazón traspasado, nos muestra el camino y, como prometió, camina con nosotros hasta el fin de los tiempos.
El Consejo general de las Hermanas Misioneras Combonianas
El Consejo general de las Misioneras Seculares Combonianas
El Consejo General de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús
EI Coordinador del Comité Central de los Laicos Misioneros Combonianos
”Este Instituto se vuelve por ello como un pequeño Cenáculo de Apóstoles para África, un punto luminoso que envía hasta el centro de la Nigricia tantos rayos como solícitos y virtuosos Misioneros salen de su seno. Y estos rayos, que juntos resplandecen y calientan, necesariamente revelan la naturaleza del Centro del que proceden”. (E 2648)