Laicos Misioneros Combonianos

Lo único necesario

Open HandsPara mí una de las cosas más difíciles de la vida misionera ha sido aceptar todo lo que me estoy perdiendo fuera. En mis momentos más bajos pienso en que estoy perdiendo a mi familia, a mis amigos íntimos (es tan difícil hacer auténticas amistades de igual a igual aquí), mis ahijados, mi desarrollo profesional, ahorros para la jubilación, mi cultura y cosas así. Me han hecho falta unos cuantos años para llegar a un acuerdo sobre lo que necesitaba dejar para dar una respuesta auténtica a la invitación que Dios me hace para amar más, y que es lo que en este momento me mantiene en Etiopía. Ahora, la mayoría de los días me siento en paz, lo que es un efecto lógico del sacrificio voluntario. Pero he aprendido que el efecto más importante es abrirme a los demás, expandir mis horizontes más allá de mí mismo hacia las necesidades de los demás. Los escritos de Thomas Merton, concretamente en “Ningún hombre es una isla”, han sido para mí una gran inspiración.

“Aquel que está satisfecho con lo que tiene, y que acepta el hecho de que inevitablemente perderá mucho en la vida, estará mucho mejor y en paz que aquel que tiene o experimenta mucho más pero se preocupa por todo lo que podría estar perdiendo. Por tanto no podremos mejorar lo que somos si nuestros corazones están siempre divididos entre lo que somos y lo que no.

La perfección relativa que debemos alcanzar en esta vida, si queremos vivir como Hijos de Dios, no son 24 horas al día realizando actos perfectos de virtud, sino una vida en la que prácticamente se han eliminado o superado todas las barreras al Amor de Dios.

Uno de los obstáculos más importantes para esta perfección del amor altruista es la ansiedad egoísta de sacar lo máximo de todo, tener un brillante éxito ante nuestros ojos y ante los demás. Solo podemos librarnos de esta ansiedad siendo felices de perder algo en casi todo lo que hagamos. No podemos dominar todo, probar todo, comprender todo, llegar a todas partes, agotar cada experiencia hasta sus últimos recursos. Pero si tenemos el coraje de dejar casi todo ir, probablemente podremos conservar lo único realmente importante para nosotros – sea lo que sea. Si estamos demasiado ansiosos por todo, posiblemente perderemos incluso lo único que necesitamos.

Este tipo de felicidad auténtica consiste en averiguar precisamente qué es “lo único necesario” en nuestras vidas y renunciar con alegría al resto. Entonces, paradoja divina, nos encontramos que todo lo demás se nos da junto con lo único que necesitamos”

– Mark

 

Maggie, Mark y Emebet Banga, Laicos Misioneros CombonianosAwassa, Etiopía

1 comentario en «Lo único necesario»

  1. ¡Qué testimonio hermoso!: “Pero he aprendido que el efecto más importante es abrirme a los demás, expandir mis horizontes más allá de mí mismo hacia las necesidades de los demás.” Saludos a todos los LMC y buen adviento.

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