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La transformación misionera de la Iglesia

4. Capitulo primero: La transformación misionera de la Iglesia

Papa EGLa evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que les he mandado” (Mt 28,19-20).

Jesús resucitado envía en todo tiempo y por todas partes a sus discípulos-misioneros, de manera que la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra.

La alegría acompaña la misión, es para todos y se caracteriza por:

  • Tomar la iniciativa sin miedo.
  • Involucrarse en la vida cotidiana de las personas, sólo así se asumirá el “olor a ovejas”.
  • Acompañar con paciencia a la humanidad en todos sus procesos.
  • Cuidar el trigo sin perder la paz por la cizaña y sin tener reacciones quejosas y alarmistas.
  • Celebrar cada pequeño paso adelante en la evangelización.

Este camino de conversión pastoral y misionera “NO PUEDE DEJAR LAS COSAS COMO ESTÁN”.

“Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto preservación”

Todo quiere decir todo:

  • Parroquias, para que no lleguen a ser “estructuras separadas de la gente o grupo de selectos que se miran a sí mismos”.
  • Pequeñas comunidades.
  • Movimientos, asociaciones.
  • Obispo e Iglesia particular.
  • Papado.

Hay que revisar también el modo de comunicar el mensaje del Evangelio:

  • Ya no hay que dar por supuesto que quien nos escucha conoce el trasfondo de lo que decimos.
  • Hay que concentrarse en lo esencial.
  • Las “obras de amor” al prójimo son la manifestación externa más perfecta de la gracia interna del Espíritu.
  • Lo esencial del Evangelio es la invitación a responder al “Dios amante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien de todos”.

El Papa Francisco afirma que un pluralismo filosófico, teológico y pastoral si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor ayudan a manifestar y desarrollar la inagotable riqueza del Evangelio.

Y toca también el problema del lenguaje con el cual se trasmite la fe, y la realidad de costumbres, normas, preceptos que en muchos casos se han vuelto una carga pesada y que hay que revisar sin temor porque ya no son adecuados para trasmitir el Evangelio y la fe.

A los sacerdotes les recuerda que “el confesionario no debe ser una sala de tortura sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible”.

El Papa invita a trasformar la Iglesia en la casa abierta del Padre, una Iglesia en la cual todos puedan participar de alguna manera, y donde las puertas de los sacramentos no deberían cerrarse por una razón cualquiera. Una iglesia para todos “sin olvidar nunca que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres” (opción preferencial por los pobres).

Y finalmente nos dice el Papa Francisco: “prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades… Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse. “¡Denles ustedes de comer!” (Mc 6,37).