Evangelizadores con Espíritu (I)
“Evangelizadores con espíritu quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo”. (259)
“Evangelizadores con espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan” Siempre hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad. Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades y el fervor se apaga”.
¡OJO! “Existe el riesgo de que algunos momentos de oración se conviertan en excusas para no entregar la vida en la misión”.
“No digamos que evangelizar hoy es más difícil que en el pasado, es distinto. Aprendamos de los santos, todos han enfrentado las dificultades propias de su época”. (263)
MOTIVACIONES:
“La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más”. “Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frio y sacuda nuestra vida tibia y superficial”. Delante de Él reconozcamos su mirada de amor: “¡que dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas delante del santísimo, y simplemente ser ante sus ojos! ¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!”.
Urge recuperar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás”. (264)
“Toda la vida de Jesús, su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su generosidad cotidiana y sencilla y finalmente su entrega total, todo es precioso y le habla a la propia vida.
Cada vez que uno vuelve a descubrirlo, se convence de que eso mismo es lo que los demás necesitan, aunque no lo reconozcan. A veces, perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno”. (265)
Uno no pude perseverar en una evangelización fervorosa si no está convencido por experiencia: “que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón”. El verdadero discípulo, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él…” Si no es así, tendremos un misionero inseguro, sin entusiasmo, sin fuerza y pasión. “Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie”. (266)
El móvil definitivo, el más profundo de la evangelización es buscar lo que Jesús busca, amar lo que Él ama, esto quiere decir vivir y actuar para la gloria del Padre que nos ama. (267)
Comboni ha repetido un sin número de veces esta convicción:
“El misionero de la Nigricia, totalmente despojado de sí mismo y privado de todo humano consuelo, trabaja únicamente para su Dios, para las almas más abandonadas de la tierra y para la eternidad”.
Oración
Hombres y mujeres que en lo profundo de vuestro corazón habláis y escucháis al Señor...
Si os arde el corazón no apagarlo... salid a comunicarlo... ¡Ya!