
Que nuestra vida refleje nuestra espiritualidad
Que nuestra vida refleje nuestra espiritualidad
Hace unos años escuche a José Mª Castillo recordarnos que “si no vivimos como pensamos terminaremos pensando como vivimos”. En este sentido, si nuestra vida no es reflejo de nuestra vocación, carisma y espiritualidad al final tendremos una espiritualidad acomodada a la vida que llevamos.
Comboni decía: “Tendremos que trabajar, fatigarnos, morir; pero el pensamiento de que se trabaja y se muere por amor de Jesucristo y por la salvación de las almas más marginadas del mundo es demasiado dulce para desistir de la gran empresa”. La fuerza del espíritu nos impulsa a tener una vida de seguimiento plena, por encima de imposibles que intentan hacernos desistir “…ningún sufrimiento me aleja, ninguna fatiga me desalienta, ninguna dificultad me detiene…”.
Cada día debemos alimentar nuestra fuerza interior, compartir con el Señor y los hermanos/as, refundar nuestra vocación y seguir la llamada del Señor. Como Comboni en cualquier lugar que se encontrase seguía las huellas del Señor y la pasión que ardía en su corazón “Quisiera disponer de cien lenguas y cien corazones para interesaros por la pobre África”.
No importa el lugar donde nos encontremos debemos dar respuesta al Señor, muchas veces existen dificultades que nos impiden estar en primera línea como nos gustaría, a veces el desaliento y el fracaso nos cuestiona nuestra vocación y lo que el Señor quiere de nosotros/as. En los momentos difíciles (como en los más álgidos) debemos volver a alimentar nuestra espiritualidad con la oración, en la comunidad, con confianza en Dios que nos ha llamado, más aún en las situaciones de cruz… y ponernos en sus manos, porque Él es nuestro Pastor que nos conduce por pardos de frescas hierbas y conforta nuestra alma.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a aguas tranquilas y repone mis fuerzas.
Me guía por la senda del bien, haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete para envidia de mis adversarios,
perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor por días sin término.
Especialmente en los momentos de mayor dificultad Él nos ayudará y conducirá de nuevo. Volveremos a decir como Comboni: “Yo vuelvo entre vosotros para ya nunca dejar de ser vuestro, y totalmente consagrado para siempre a vuestro mayor bien. El día y la noche, el sol y la lluvia me encontrarán igualmente y siempre dispuesto a atender vuestras necesidades espirituales; el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón. Vuestro bien será el mío, y vuestras penas serán también las mías”. (E. 3158)
Te invitamos a escuchar: “Como Comboni”
Que el Señor nos ayude en este camino.
Trabajo a desarrollar en la reunión de grupo
Después de haber orado, reflexionado y trabajado el tema a nivel personal os invitamos a compartirlo con el resto de la comunidad. Quizás este tema más que ninguno debamos compartirlo en clima de oración.
Así a la persona que anime le sugerimos que busque un lugar adecuado y ambientado (poster de Comboni, crucifijo, una vela…). Se puede empezar con una pequeña introducción y usar algunas de las canciones del tema para motivar la participación en cada apartado: La oración, la comunidad y la cruz en cada una de nuestras vidas. Podemos comenzar con una canción cada tema y concluirlo con unas peticiones y/o acciones de gracias sobre cada uno y las aportaciones compartidas.
La reflexión debe girar en torno a la centralidad de nuestra vida, sobre aquello que nos aparta o nos centra en el seguimiento de Jesús y cómo nuestra espiritualidad comboniana nos puede ayudar a ser más auténticos. Es importante compartir desde ejemplos concretos de nuestra vida y asumiendo compromisos concretos que nos mantengan y animen en el camino del Señor.
Para finalizar podemos tener una pequeña oración que resuma el encuentro, nos una al resto de LMC que día a día busca seguir al Señor según el carisma de Comboni, y concluir con un Padrenuestro con las manos unidas.
Un abrazo misionero para todos y todas.
Basado en:
- El mensaje de Daniel Comboni. A. Gilli, P. Chiocchetta y F. González.
- Como herederos. Francesco Pierli
- Documentos de trabajo del P. Jorge Naranjo Alcaide con los LMC de España. Diciembre 2011
- Trabajo sobre Comboni de la comunidad de Preparación Específica 2010 (José Mejías y Carmen María Martín) LMC España.
- Documentos para la preparación del capítulo MCCJ 2009
- Documentos finales de la Asamblea internacional LMC de Ellwangen 2006
- Vidas ejemplares: Monseñor Daniel Comboni