Laicos Misioneros Combonianos

De paso por Bangui

Ania LMCLlegamos a Bangui para buscar a Irene, LMC procedente de Kinshasa, ella es del grupo de Congo, y estará aproximadamente un mes con nosotros. ¡Es muy simpática! Dios permita que podamos para darle un buen testimonio misionero y que sea, para ella, una experiencia inolvidable también.
Hemos traído con nosotras una de las huérfanas que ayudamos con la leche materna, la pequeña Mervelle, que nació con 1,850 Kg. Ahora tiene cinco meses. Estaba creciendo normalmente, pesando ya cerca de cinco kilos. El día 2 apareció con 900g menos, la abuela dijo que tenía diarrea. La enviamos a la UNT y fue hospitalizada Estaba desnutrida, tenía fiebre todos los días… El director del hospital, junto con otro técnico médico, Tenda, la observaron y pensaron que podía ser meningitis. Este miércoles decidieron transferirla a Bangui.
El viernes, llegamos a Emergency, una ONG italiana que trabaja en Bangui en el área pediátrica del hospital, llegamos hacia el mediodía y nos fuimos a las cuatro. Con pruebas de un lado para otro, con radiografía en los pulmones, y finalmente Maravilla se quedó hospitalizada en cuidados intensivos por neumonía, síntomas de meningitis, anemia y malaria. Inmediatamente comenzaron a darle oxígeno. Con gran dificultad pudieron obtener la sangre para el análisis… Que el Señor le ayude a recuperarse rápidamente, si esa es su voluntad! Que Él la guarde. ¡Gracias a Dios, hoy, domingo, estaba un poco mejor, según el enfermero!
El 8 de diciembre tuvimos la clausura del Año de la Misericordia, con la participación de personas de todas partes de la parroquia. Fue una Eucaristía larga, tres horas, pero todo el mundo estaba contento. A las seis de la mañana rezamos el rosario juntos, acompañado de muchas canciones, con la imagen de María en procesión por todas las comunidades Mongoumba. ¡Los rostros de la gente brillaban de alegría y devoción a la Madre del Cielo!
El Jubileo de las familias resultó muy bueno. Hubo catequesis para padres e hijos. Fue bueno ver en la Eucaristía a los padres junto con todos los niños (normalmente están todos separados). Después de la misa cada matrimonio fue a buscar a una pareja que no ha recibido el sacramento del matrimonio, quedando con la responsabilidad de catequizarlos, de manera que pronto ellos también reciben el Sacramento.
¡También queremos compartir con todos que tenemos nuevo coche! Gracias a la generosidad de los Combonianos de seis provincias, que compartieron con nosotros lo que les ofrecen a ellos sus bienhechores. Agradecemos a Dios por haberles dado la virtud de ayudarnos, de ser solidarios, de amar.
No se olviden de rezar por nosotras. Nosotras rezaremos por todos ustedes también.
LES DESEAMOS A TODOS UNA SANTA NAVIDAD Y UN BUEN 2017 PLENO DE PAZ, ALEGRIA Y MUCHO AMOR.
Besos de las LMC Anna y Maria Augusta (Mongoumba, RCA)

“Donde hay caridad y amor, allí está Dios”

Un comentario a Mt 11, 2-11 (III domingo de Adviento, 11 de diciembre de 201egoismo-amor6)

Hoy se nos narra como Juan Bautista pregunta a Jesús si es él el Mesías o si hay que esperar a otro. El Maestro responde con la famosa frase: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan...”. Entre tantos comentarios posibles, yo quisiera ofrecerles una clave, quizá na, para entender este pasaje. Veamos.

Los deseos y la depresión
Una buena parte de lo que somos se expresa en los deseos que manifestamos y que a veces ocultamos o reprimimos. Una persona sin deseos es casi como un muerto. De hecho, cuando alguien cae en depresión, uno de los síntomas es que se vuelve apático, todo le da igual, no le interesa nada. Dicen que en nuestra época hay bastantes personas deprimidas, cansadas afectiva y espiritualmente, agotadas, sin esperanza y que ya casi no creen en nada. Podemos decir también que nuestra sociedad se muestra a veces bastante “deprimida”, es decir, que ya no se cree que la justicia sea posible, que la vida matrimonial sea una fuente de alegría y plenitud, que los errores se puedan corregir, que Dios sigue siempre ahí a nuestro lado… Y lo peor es que cuando estas situaciones de “depresión”, de indiferencia, de cansancio espiritual, se instalan entre nosotros terminamos por no creer en nada ni en nadie. Nos volvemos desconfiados y dudamos de todo.

Pienso que desde esta perspectiva podemos entender mejor el evangelio de hoy. Juan Bautista era un hombre apasionado, que deseaba ardientemente y luchaba por un cambio profundo en la sociedad y por la presencia de Dios como “rey” de una humanidad renovada. Cuando él andaba en esa lucha y en esa propuesta de renovación, junto al río Jordán, aparece Jesús en Galilea proclamando un tiempo de gracia y mostrando la cercanía sanadora de Dios para con los ciegos y los cojos, los pobres y los pecadores.

Las esperanzas y las dudas del Bautista
Juan intuye que Jesús representa todo lo que él anda buscando, que aquel predicador responde a sus deseos más sinceros y profundos. Pero algunas cosas no le casan con la idea que él tiene de Dios, un Dios poderoso y justiciero, que “debe” acabar con el mal en el mundo por su fuerza y su poder; y no se acaba de fiar, duda y envía mensajeros a preguntar: “Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”

La respuesta le llega en sintonía con lo anunciado siglos antes por el profeta Isaías: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se le anuncia la buena noticia”. Esos son los signos llamados “mesiánicos”, es decir, las señales de que Dios está cerca de su pueblo, especialmente los más pobres y “deprimidos”, haciendo que vean, caminen, oigan, queden limpios, resuciten a una vida nueva. No son señales de “dominio”, sino de servicio y compasión; no son señales de castigo, sino de liberación. Son señales de ese amor que, en el fondo, buscamos todos los seres humanos, a veces “ciegos” de múltiples cegueras, a veces “cojos” de muchas incapacidades, siempre necesitados de comprensión y cercanía.

¿Cuáles son nuestros deseos?
Déjenme que les pregunte: ¿Cómo andamos de deseos? ¿Qué es lo que más deseo en estos momentos de mi vida? Claro, los deseos pueden manifestarse a diversos niveles. El Adviento es un tiempo para manifestar nuestros deseos más íntimos y para ponernos en camino hacia un nivel de vida más maduro, más lleno de amor, de verdad, de búsqueda y camino hacia una mayor madurez espiritual, hacia un encuentro más claro con el Dios de la Vida. ¿Dónde encontrar a este Dios del Amor y de la Vida? La respuesta de Jesús es: Allí donde haya amor concreto, sanador y liberador. Como dice un antiguo canto: “Donde hay caridad y amor, allí está Dios”. Donde vean que se realizan actos de amor allí está Dios . No duden. Allí se celebra la Navidad.
Ojalá este año cada uno de nosotros haga Navidad en su vida, es decir, encuentre al Dios del amor que le sana, le libera y le hace caminar con alegría y ligereza.

P. Antonio Villarino
Quito

Promoviendo el grupo “Amigos de Comboni”

Promoting Comboni FriendsEn Etiopía, estamos planeando reactivar el grupo de Amigos de Comboni y tal vez más tarde a través de este grupo también encontraremos algunas vocaciones para los LMC.

El fin de semana pasado hubo una buena ocasión para hacer promoción vocacional. Celebramos la Fiesta de Cristo Rey (dos semanas más tarde que el resto del mundo). Las principales celebraciones tuvieron lugar en la catedral de Addis Abeba. Hubo un programa de 2 días. El sábado comenzó con exposiciones de diferentes congregaciones y movimientos laicos; también estuvimos presentando a los LMC.

Promoting Comboni FriendsHubo también un tiempo para la espiritualidad el sábado: adoración eucarística, oraciones, conferencias y la posibilidad de confesarse. Y luego el domingo, la Santa Misa en rito geez (ritual muy solemne propio de Etiopía).

Fueron momentos muy interesantes de oración y reuniones con la gente, algunos de ellos mostraron también interés por conocer más a nuestro grupo.

Así que recen por todos nosotros que si es la voluntad de Dios el grupo comenzará y crecerá 🙂

LMC Etiopía

Es hora de cambiar

Un comentario a Mt 3, 1-12 (II Domingo de Adviento, 4 de diciembre del 2016)

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Concluído lo que se conoce como “el evangelio de la infancia” (capítulos 1 y 2), Mateo da un salto en el tiempo y nos traslada hasta los tiempos del Jesús adulto, contándonos la aparición de su predecesor Juan Bautista, que predica en el desierto de Judea la necesidad de un profundo cambio de mentalidad y de conducta. A raíz de la lectura de este texto del evangelista Mateo, les propongo las siguientes reflexiones:

1.- Una sociedad corrupta y confundida
Juan Bautista se entronca en una tradición espiritual muy rica y recoge una antigua y siempre nueva esperanza, representada, entre otros, por los profetas Isaías y Elías. Pero su aparición no se produce en un vacío sociológico, sino todo lo contrario: Juan aparece como una respuesta a una situación que vive la sociedad, marcada por el colonialismo militarista y abusador de los romanos, así como por una ritualización excesiva e hipócrita de la religión. La sociedad vivía un tiempo de confusión, en el que los valores no estaban claros y los más “vivos” y corruptos “engordaban”, mientras que los pobres eran despreciados y “malvivían”, dudando entre la tentación de sentirse abandonados y la íntima esperanza de que por fin el Dios de sus padres se hiciese presente como su defensor y abogado.

A mí me parece que algo parecido estamos viviendo ahora, una época en la que tampoco faltan la corrupción, el abuso, una cierta confusión y la doble tentación de prescindir de Dios o de practicar una religiosidad falsa.

2.- El movimiento de Juan: Es hora de cambiar
En esa situación Juan se siente llamado a convocar al pueblo a una “conversión”, a un profundo cambio de mentalidad y de conducta, porque “ha llegado el Reino de los cielos”, es decir, porque Dios quiere reinar en su pueblo. Juan es un apasionado de Dios y de su justicia, por eso se siente en la obligación de provocar a sus oyentes y meterles presión, para que no sigan instalados en la desesperanza, en el conformismo, en una rutina ritual y estéril o, lo que es peor, en el abuso y en la injusticia. Ante el llamado de Juan, se producen dos reacciones:
-Unos se bautizan, es decir, reconocen sus pecados y se someten a un rito de purificación con la decisión de cambiar de vida;
-otros –los fariseos y saduceos– piensan que nada tiene que cambiar y que basta con mantener las formalidades religiosas de la tradición, pero sin que afecte a sus vidas. Contra estos Juan reacciona con gran severidad, anunciándoles que “todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego”.

Podemos preguntarnos a cuál de estos dos grupos pertenecemos nosotros. ¿Estamos dispuestos a aprovechar el tiempo de Adviento para reconocer nuestros pecados, purificarnos y buscar un cambio en nuestras vidas o preferimos ocultarnos en en el actual carrusel consumista de la “Navidad”, tan ritualista, vacía y falta de sentido y de verdad?

3.- La promesa de Jesús: Espíritu y Fuego
Juan predica con pasión y propone un gran cambio o conversión. Pero, al mismo tiempo, reconoce que eso no basta. De hecho, una exigencia moral, sin Espíritu, se vuelve triste y esclavizante. Por eso el “bautismo con agua en señal de conversión” no es más que la preparación para que Jesús bautice “con Espíritu Santo y fuego”, un bautismo que produce cambio alegre y lleno de vida. Este texto me recuerda al de las bodas de Caná, donde faltó el vino (del Espíritu); fue Jesús el que transformó el agua (nuestros esfuerzos de conversión) en el vino (Espíritu) que nos alegra la vida. El vino no es otra cosa que el amor de Dios que da a nuestra vida alegría y plenitud.

Este tiempo de Adviento es un tiempo de conversión, de “llenar las tinajas” con nuestra buena voluntad de conversión; pero es también un tiempo de oración y de apertura para que Dios nos “bautice con Espíritu”, es decir, nos llene con su amor purificador e iluminador. Navidad sucede siempre que este amor es acogido en nuestra vida. Cuando eso sucede, el agua se convierte en vino, la conversión se hace gracia y Juan deja paso a Jesús, como gran referente de todo lo que somos, pensamos y hacemos. En él encontramos sentido, plenitud, amor fecundo y definitivo.

P. Antonio Villarino
Quito

“La grandeza de la misión no está en lo que hacemos sino en Aquel que nos envía”

LMC Portugal“La grandeza de la misión no está en lo que hacemos sino en Aquel que nos envía”
 Padre Ivo, Misionero Comboniano

En Viseu, en los días del 18 al 20 de noviembre, se llevó a cabo el tercer encuentro de formación, que tuvo como tema “La misión hoy: ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué? La Iglesia en acción”. La LMC, Susana Vilas Boas fue la encargada de la formación de este fin de semana.

Susana comenzó la primera parte de la formación interpelándonos con esta frase del Padre Ivo, que después sirvió de lema para todo el encuentro. Frase que nos transmite que somos enviados por el Padre, que está siempre con nosotros y que es Él en quien ponemos toda nuestra confianza.
LMC PortugalA mí, particularmente, me dio la certeza de que no estoy caminando sola, que Él me ayuda y siempre estará conmigo no importa el camino que siga.

La vocación de LMC, como cualquier otra vocación cristiana, no se limita a un “yo”, sino que implica un “nosotros”, y es muy bonito descubrirlo y sentirlo.

El encuentro se dividió en dos grandes subtemas: los Hechos de los Apóstoles y el Directorio de los LMC.

Me gustó mucho el acercamiento al libro de los Hechos. Vimos, con Susana, toda la estructura del libro, algunos de los acontecimientos más importantes, aspectos históricos y luego en un pequeño grupo de trabajo pudimos profundizar en algunos de los eventos descritos por Lucas.

El sábado por la tarde después de compartir el trabajo de los grupos, empezamos el segundo tema, un buen momento para aclarar algunas dudas y algunos aspectos cruciales en el camino de formación como LMC.

Ya en la noche, lo pasamos bien juntos, con un juego de mímica sobre los Hechos de los Apóstoles, con momentos de convivencia, conversaciones,… y bromas.

El domingo por la mañana, fue fantástico poder escuchar a Marcia Costa, que nos contó cómo y cuándo se unió a los LMC, la reacción de su familia cuando decidió irse a la República Centroafricana, lo que vivió y lo que encontró, fue bueno también escuchar a Susana y aprender un poco más de cerca la realidad de que enfrentaron, los desafíos. Un hermoso testimonio también del matrimonio Ana y Arthur Valente, que después de la jubilación dedicaron sus vidas al servicio en la misión.

Muy bueno… Magnífico darse cuenta de que no existe una edad específica, estamos todo a tiempo de hacer el bien, de hacer diferencia.

LMC Portugal

Por Sofia Coelho