Laicos Misioneros Combonianos

¿Tengo piedras en mi corazón?

Comentario a Mt 13, 1-23 (XV Domingo ordinario, 16 de julio de 2017)
En este XV domingo ordinario, leemos una buena parte del capítulo 13 de Mateo, que nos transmite una parábola muy conocida: la del sembrador, cuya semilla (siendo muy buena) produce cantidades diversas de fruto, según los tipos de tierra en que cae. La parábola nos lleva con toda naturalidad a preguntarnos: ¿Qué tipo de tierra soy yo? ¿Soy una tierra fértil, que sabe acoger la buena Palabra sembrada en mí o soy como la tierra dura, sobre la que resbala la semilla sin dar fruto alguno?

El relato de Mateo provoca en mí tres reflexiones que comparto con ustedes:

1.- Un Maestro que habla el lenguaje del pueblo
Mateo dice que la gente se agolpaba para escuchar a Jesús, porque tenía palabras de una claridad, de una sencillez y de una relevancia que saltaba a la vista y “calentaba el corazón”. Campesino entre campesinos, pescador entre pescadores, obrero entre obreros, Jesús se sentía a sus anchas con aquella gente sencilla, sometida a tantos sufrimientos y durezas de la vida, hambrienta de verdad y de sentido, que no encontraba respuestas en unas tradiciones religiosas rutinarias, esclerotizadas y poco relacionadas con la realidad de sus luchas cotidianas. Por el contrario, desde una cercanía afectiva a sus preocupaciones y luchas, así como desde una experiencia de contemplación en el desierto y la montaña, Jesús se explaya en relatos parabólicos, que explicaban el misterio de Dios y de su “Reino” en un lenguaje ligado a las experiencias del campo, del mar y del trabajo cotidiano.

La verdad del Evangelio tiene más que ver con la vida de cada día que con los libros. Todos los que tenemos alguna responsabilidad en la transmisión del Evangelio de Jesús (padres, maestros, catequistas, sacerdotes…) debemos fijarnos en este Maestro que habla en parábolas, que expresa la fe en las categorías de la vida ordinaria, sabiendo que nuestra vida espiritual se mide, no por las palabras refinadas que usamos, sino por nuestro estilo de vida concreta, del que las palabras son expresión.

2) El trigo no necesita que tiren de él
Discúlpenme esta obviedad, pero me parece que sirve para entender bien lo que nos dice Jesús en el evangelio de hoy: “la semilla brota y crece… la tierra produce espontáneamente primero el tallo, luego la espiga y el grano”.
Jesús nos dice que el Reino de Dios es como una semilla que Dios siembra en nuestro corazón, en nuestra comunidad, en nuestra familia… y crece por sí sola, en la medida en que la tierra acoge la semilla y está bien cuidada. Para que el trigo produzca fruto no sirve de nada tirar de él hacia arriba, como quien quisiera estirarlo y hacerlo crecer a la fuerza, en contra de su naturaleza. No, el trigo debe crecer por sí mismo, según la fecundidad que Dios mismo le ha dado. ¿No les parece que a veces hay papás que pretenden hacer crecer a sus hijos a la fuerza, como si quisieran jalarlos hacia arriba y hacerles dar un fruto para el que a lo mejor no les ha destinado Dios? ¿No les parece que a veces, en la vida comunitaria o de familia queremos sustituir a las personas y obligarlas a ser como a nosotros nos gustaría que fueran? ¿Nos empeñamos a veces en parecer todopoderosos, infalibles e inmaculados en un esfuerzo prometeico que nos vuelve amargos, hipercríticos y perenemente negativos?

3) El crecimiento depende de la semilla, pero también de la tierra
La Palabra sembrada puede ser acogida y fecunda, pero también puede ser pisoteada, sofocada, robada, inutilizada, estéril. Por eso es tan importante cultivar la tierra, limpiarla de espinas y durezas.

A este respecto, recuerdo el testimonio de Etty Hillessum, una joven judía holandesa muerta en 1943 en Auschwitz. En su diario ha escrito: “26 de agosto (1941), martes tarde. Dentro de mí hay un manantial muy profundo. Y en este manantial está Dios. A veces logro alcanzarlo, pero más frecuentemente está cubierto de piedras y arena: en aquel momento Dios está sepultado, hay que desenterrarlo de nuevo”.

Hoy es un buen día para preguntarme: ¿Tengo piedras en mi corazón o en mi mente? ¿Es mi mente una “tierra” acogedora a la verdad de Jesús? ¿Es mi corazón un espacio limpio de maleza y acogedor del fecundo amor de Dios?

P. Antonio Villarino
Bogotá

Fin de Semana de Espiritualidad Misionera Comboniana en Portugal

LMC PortugalDurante los días 23, 24 y 25 de junio tuvo lugar en la casa de los Misioneros Combonianos, de Maia, el fin de semana de Espiritualidad Misionera Comboniana, que se realiza anualmente. Entre los consagrados, LMC’S, colaboradores, miembros de los cenáculos de oración, jóvenes del grupo Fe y Misión, simpatizantes de la Familia Comboniana, se reunió un buen grupo con participantes llegados de norte a sur del país.

Un grupito de nueve Laicos Misioneros Combonianos estuvieron participando. Yo participé, y agradezco a Dios esta oportunidad. ¡Fue muy bueno!

Con la temática: “Con María, misioneros de Jesús“, el encuentro se subdividió en tres grandes subtemas, dos presentados durante el sábado y un tercero que, a través de un trabajo de grupos, surgió en la mañana del domingo.

“De María se aprende el verdadero sentido de ser discípulo.”

El primer subtema denominado: “El camino misionero de María“, a cargo del Padre Dário, Misionero Comboniano, nos presentó a María como la primera discípula, como la primera misionera, disponible para “llevar” a Jesús a los demás, como ejemplo de Misericordia, contemplando la acción de María, el “SÍ”, la visita a su prima Isabel. Exposición que fuimos entrecortando con pequeños cánticos a María. ¡Sin duda un momento muy bueno! Y citando al Papa Francisco, me quedó esta certeza:

“Es necesario aprender con María, revivir su “SÍ “, su disponibilidad total para recibir al Hijo de Dios en su vida, que a partir de ese momento la transformó.
De Papa Francisco

Con la división de los participantes en grupos, tuvimos diferentes momentos para compartir, lo que nos ayudó a interactuar y a conocer otras experiencias, así como, verdaderos testimonios.

LMC PortugalEl segundo subtema, nos llegó a través de la Hermana Arlete, Misionera Comboniana – “El camino misionero de Daniel Comboni, con María“. Vimos el recorrido de San Daniel Comboni desde su entrada en el Instituto Mazza hasta su pasión por el pueblo africano, pasando por su entrega y devoción también al Sagrado Corazón de Jesús y María. Con ayuda de los escritos de Comboni, logramos comprender mejor esta devoción.

“Tú eres tú, divina Madre, que me has inspirado, para el nuevo Plan para la Regeneración de África, (…)”.

De San Daniel Comboni

MARIA, nos adoptó como hijos en el Calvario. Y como dice el Santo Padre: “¡Tenemos Madre!” – una madre que nos protege y acoge bajo Su manto. Una Madre que es ejemplo de vida. Una Madre que nos muestra cómo seguir a Jesús.

Con el programa bien planificado no faltaron tiempo para la reflexión, los cánticos, espacio para la convivencia o momentos de oración.

El domingo por la mañana, después de la oración de la mañana, organizada por los Laicos Misioneros Combonianos, surgió el tercer subtema, no menos importante: “El Lugar de María, en nuestro Caminar Misionero“, con diversas presentaciones, vivimos un poquito el trabajo realizado por los cenáculos de oración, el trabajo realizado por los Grupos de la Infancia Misionera y también el grupo JIM – el Movimiento Joven de la Familia Comboniana.

Los participantes con las presentaciones mostraron a los presentes lo grande que es María en sus vidas. Y cómo se vive la devoción por María en los grupos.

Entre temas y reflexiones, la acogida surgió con la participación de Helena Laranjeiro, Misionera Secular Comboniana.

¡Alegría y buena disposición no faltaron, hasta porque era el fin de semana de San Juan! Los motivos para hacer fiesta también no faltaron, en el día de San Juan, el Padre Claudino, cumplió 44 años de Sacerdocio, el día 25 fue el turno del Padre Dário de estar de enhorabuena con sus 45 años de Sacerdocio. Enhorabuena a ambos… ¡Os deseamos muchos más años de Misión!

LMC Portugal

Sofía Coelho

La verdadera sabiduría

Un comentario a Mt 11, 25-30 (XIV Domingo ordinario, 9 de julio de 2017)

La filósofa francesa Simone Weil –de origen judío y no creyente- cuenta que, en una visita a Asís, entró en Santa María de los Ángeles y ante tanta belleza sintió una fuerza interior que la llevó a arrodillarse –algo que no había hecho nunca- y reconocer una presencia divina en tanta belleza.
¿No les ha pasado a ustedes algo similar en alguna ocasión? A mí me ha sucedido varias veces; por ejemplo, la primera vez que visité el Machu Pichu, cuando me acerqué a la catedral de Burgos o contemplé algunos paisajes extraordinarios. En esas circunstancias y en otras muchas, algo dentro de mí se conmovía y me hacía exclamar: ¡Cuánta belleza! ¡Bendito sea Dios!
Pero esa reacción surge en mí –y creo que también en ustedes-, no sólo cuando contemplo las catedrales, la naturaleza o el arte en general. Surge también ante algunas personas, como la Madre Teresa de Calcuta o la señora Rosa de un barrio de Bogotá: son personas con una belleza interior que se trasluce en lo físico … Viendo a personas como ellas, que generalmente están alejadas de los focos de los medios de comunicación, algo dentro de mí se remueve y me lleva a reconocer en ellas una presencia divina y alegrarme por ello.

La alegría de Jesús
Esa experiencia de belleza espiritual es la que, según el evangelio de Mateo, experimentó Jesús. Mateo lo cuenta con unos versículos fuertemente inspirados en los libros sapienciales (proverbios, Eclesiástico, Sabiduría…). Según Mateo, Jesús se encuentra con un grupo de personas sencillas, humildes, rectas de corazón, abiertas a la verdad, que aceptaban con gozo la Buena Nueva del amor misericordioso de Dios. Personas como Leví o Zaqueo, como María de Magdala y el centurión que tenía un hijo a punto de morir; y tantos otros a los que la Biblia conoce como anawin o “pobres de Yahvé”. Y en ellos Jesús reconoce un reflejo del mismo Padre, una presencia divina, que le maravilla y le hace exultar de alegría. Jesús se siente identificado con todas esas personas sencillas, que frecuentemente son ridiculizadas por los grandes de este mundo y les dice:

“Vengan a mí los que están cansados”, quizá indignados y enojados por muchas cosas injustas que pasan en nuestro mundo:
-la corrupción de todo tipo: política, económica, social, religiosa.
-las mentiras, exageraciones, manipulaciones simplificaciones interesadas, banalizaciones que aparecen en los medios de comunicación social
-una Iglesia entrampada en la tentación del poder, las estructuras que le quitan libertad o una religiosidad superficial, arcaica o quizá hipócrita
-la propia incoherencia personal y la incapacidad de superar algunos vicios o pecados.

Vengan a mí ustedes que sienten hambre y deseo de un mundo diferente:
-un mundo más justo y equitativo, gobernado desde la rectitud moral y el respeto a los pobres e indefensos,
– unas relaciones sociales más verdaderas, auténticas y respetuosas,
-una religiosidad más sincera y pura, que ayude a encontrar la verdad y el amor de Dios,
– una libertad interior, que permita liberarse de cadenas y opresiones que impiden crecer como personas maduras y libres.

Ustedes, vengan a mí y les renovaré. Asuman el “yugo” de mi enseñanza en nombre del Padre. Su hambre de verdad, de bondad y de justicia encontrará respuesta. Acepten la sabiduría que el Padre me ha revelado y que he aprendido en la humildad y la obediencia amorosa. Será un “yugo” fácil de llevar, un “yugo” que les permitirá ser fecundos y portadores de belleza, de justicia, de amor, de verdad y libertad.

Esa es la verdadera sabiduría, la sabiduría de Jesús y de sus seguidores.

P. Antonio Villarino
Bogotá

Segundo encuentro de Animación Misionera Guatemala–El Salvador

LMC GuatemalaEl pasado viernes 30 de junio, varios miembros de los LMC-PCA de Guatemala, fuimos enviados por nuestra comunidad a El Salvador.

El primer encuentro fue en diciembre del 2016.  En esa ocasión en la animación misionera les compartimos quien es San Daniel Comboni, quienes forman parte de la familia comboniana, quienes somos los LMC, cómo estamos organizados, y un poco de cómo, en Guatemala, La comunidad ha recorrido un camino,  siguiendo las indicaciones del directorio.

En esta segunda ocasión, la animación misionera se realizó el sábado 1 de julio, y duró desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde.

Los puntos del programa de actividades fueron los siguientes:

  • Volver a reconocer a San Daniel Comboni, la familia comboniana y el carisma que nos identifica.
  • La vocación misionera y el ser comunidad al estilo comboniano.
  • Directorio, y explicación de los módulos de formación humana, espiritual y comboniana. Así mismo a manera de testimonio, la manera en que nosotros hemos llevado la formación a lo largo ya de dos años y medio.
  • Taller pequeño de desarrollo humano para finalizar el día y explicar un poco la labor de LMC con respecto al desarrollo integral de las personas.

Frutos del encuentro:

  • Identificación y enlace con las personas que serán los contactos entre Guatemala y El Salvador.
  • Varias personas se motivaron a conocer mejor el carisma comboniano para discernir su vocación.
  • Iniciarán sus reuniones cada último sábado de mes iniciando ahora en julio.
  • De parte nuestra, un compromiso de dar acompañamiento oportuno y periódico a la semilla regada.
  • Orar por los frutos, y por nuestros hermanos salvadoreños.

Los LMC en Guatemala, creemos en el nombre de Jesús y con la intercesión de San Daniel Comboni, que esta obra que es de Dios, se va a lograr.  Los salvadoreños son personas inteligentes, luchadoras, amables, accesibles, abiertas, y sobre todo, lo más importante, es que están llenas de fe y amor a Dios y al servicio del más necesitado.

Nosotros, los guatemaltecos, sin méritos hemos gozado y compartido la misericordia de Dios, el pasado fin de semana.

“EL MISIONERO DEBE A VECES CONTENTARSE CON SEMBRAR UNA SEMILLA QUE DARÁ FRUTOS CON LOS MISIONEROS QUE VENDRÁN DESPUÉS”.

San Daniel Comboni

LMC Guatemala

LAICOS MISIONEROS COMBONIANOS PROVINCIA DE CENTRO AMÉRICA

“SANTOS Y CAPACES HACIENDO CAUSA COMÚN POR LOS MÁS POBRES Y NECESITADOS”

San Daniel Comboni

 

Asamblea Anual LMC Brasil

Asamblea LMC Brasil 2017Realizamos los días 21 y 22 de junio, en el Seminario Comboniano Propedéutico Hermano Alfredo Fiorini de Curitiba / PR, nuestra Asamblea Anual de los LMC de Brasil.

El tema: “Celebrar 20 años de la ALMC con osadía y compromiso misionero” nos ha ayudado a retomar nuestra historia y nos proporcionado un momento privilegiado de intercambio, de compartir, de convivencia y de celebración en este año que cumplimos 20 años de la creación de la Asociación Laicos Misioneros Combonianos – ALMC.

En el contexto de los 150 años de fundación del Instituto Comboniano, tuvimos la gracia de tener presente con nosotros al provincial MCCJ, padre Dario, que nos ayudó a reflexionar con un panel comparativo entre algunas intuiciones fundamentales de Comboni y del papa Francisco. También la alegría de contar con la presencia de la Hermana Nilma de Jesús, provincial de las Hermanas Misioneras Combonianas de Brasil, que compartió elementos esenciales del camino misionero. Como Familia Comboniana reunida se reaviva en nuestro ser la Misión como relación, cercanía, llegar a los retos planteados, ya sea en el mundo de nuestras periferias, de las prisiones, de los sin tierra, de los pueblos indígenas, de los sin voz y sin posibilidades; de los que están al margen. Vivimos un gran encuentro de fraternidad, pues debido a las distancias y las realidades en que estamos insertos, no es posible vernos con la frecuencia que nos gustaría. Es un momento privilegiado de alimentar la mística, rehacer las fuerzas, reforzar los lazos y reflexionar sobre nuestra fe e identidad misionera.

Cada día se renueva la invitación de abrirse al otro, de ampliar horizontes, de ponerse en camino, de compartir fe y vida, de ser signo. Nuestra vocación misionera nos impulsa a salir de nuestra realidad, romper fronteras, ir al encuentro de Dios junto a los últimos, celebrar la esperanza y hacerse familia con la humanidad.

Hemos tenido la oportunidad de conversar sobre la actual coyuntura de la ALMC, sus avances y dificultades. Una caminata que se va consolidando, a pesar de las fragilidades. Así reconocemos este tesoro que traemos con nosotros y nuestra responsabilidad en continuar animando misioneramente a la Iglesia y despertando a todos y todas para nuestro compromiso de bautizados.

El punto culminante del encuentro fue la Misa de Acción de Gracias por los 20 años de la ALMC celebrada en la Parroquia de Santa Amelia, gran apoyo en el camino de los LMC de Brasil desde sus inicios en 1995. La acogida de la pareja LMC formada por Liliana y Flávio, que están de camino a Maranhão, región de Piquiá, y su compartir misionero tocaron de modo especial a todos los presentes y en una gran confraternización celebramos y compartimos los nuevos proyectos cosidos por alegrías, también lágrimas, sueños y deseos.

Salimos con algunas metas marcadas y el deseo de trabajar más en sintonía como Familia Comboniana, sea en la Misión como en la Animación Misionera, fortaleciendo los grupos de Espiritualidad Comboniana existentes en Curitiba y Balsas y en otros lugares donde el Espíritu sopla. También nos sentimos en comunión con el camino LMC Internacional y con nuestros hermanos y hermanas esparcidos en más de 20 países por el mundo y con los que en el 2018 tendremos la Asamblea Internacional LMC.

Que en la gracia de la celebración de los 300 años de la Madre Aparecida, inspirados por San Daniel Comboni en el seguimiento de Jesucristo y unidos al camino misionero de la Iglesia de Brasil y del mundo, nos disponemos a cuidar y hacer florecer cada día el llamado misionero de la vocación comboniana. ¡Estamos juntos!

Laicas y Laicos Misioneros Combonianos de Brasil.