Comparto una triste noticia del norte de Mozambique, de la misión de Carapira, enviada por Regimar y Tito:
“Hola. Estamos bien. Pero la situación aquí es muy complicada. Un ciclón devastó Carapira el pasado viernes. El 90% de las casas destruidas, todos los campos desaparecidos. 10 muertos y 3 heridos graves. Eso es lo que sé. Seguro que hay más. No tenemos noticias de muchas comunidades.
Faltan alimentos y ropa. El hambre es ya una realidad.
Estamos buscando ayuda. El mundo no sabe lo que pasó aquí.
Incluso nuestra ropa la donamos.
No tenemos red de telefonía móvil ni electricidad. Ahora es cuando conseguimos señal.
Estoy intentando conseguir ayuda de Cáritas, a través de Helena. Hemos concertado una conversación.
El viernes albergamos a 46 familias, 150 personas, en el centro de Carapira. Hay otros en el centro catequético. No sé cuántos, porque la gente está llegando todo el tiempo. Hay familias con 30 personas alojadas sin comida”.
¡Pongámoslos en nuestras oraciones y veamos qué podemos hacer concretamente juntos!
Escribo estas líneas para contarles un poco sobre la misión aquí en Mozambique.
Estamos en Anchilo, en el Centro Catequético, participando en el curso de inserción e inculturación para los misioneros que vienen para la Misión Ad Gentes.
El curso comenzó el día 1 y durará hasta el 26 de este mes.
Este curso nos ayudará mucho a entender la situación real de este país en todos sus aspectos.
En este curso participan misioneros de: Brasil, Polonia, Italia, Honduras e Indonesia.
Aunque es un grupo pequeño, es un grupo muy animado por la misión.
Con gran alegría escribo este pequeño texto para contaros cómo están siendo estos primeros 15 días de misión en Mozambique.
Estamos en Anchilo y nos quedaremos aquí hasta finales de febrero.
Pero tuvimos la alegría y el privilegio de ir a Carapira para visitar la parroquia y la escuela técnica donde se ubicará nuestra misión.
Allí también conocimos al matrimonio de Laicos Misioneros Combonianos de Mozambique, papá Martinho y mamá Margarida, dos personas maravillosas que sin duda nos ayudarán mucho.
Caminamos mucho entre la gente, hablamos con algunas personas del barrio, de la comunidad.
Y vemos la alegría y la sonrisa de la gente cuando saben que estaremos en misión junto a ellos.
Pero lo que más me llamó la atención fue ver la cantidad de niños que hay aquí, que a los primeros buenos días que les damos se muestran recelosos y con la mirada fija en nosotros, pero después, cuando empezamos a jugar y a hablar, se les abre una bonita sonrisa.
Sabemos que la misión aquí será un gran desafío.
Pero con las oraciones de todos y la intercesión de San Daniel Comboni, el Dios de la vida nos fortalecerá, nos iluminará y tendremos una hermosa y bendita misión aquí.
Habiendo escuchado esta llamada de Jesús, le he seguido. Y es con gran alegría que te lo digo. Estoy en África. El África tan amada por Comboni y tan soñada por nosotros, los combonianos.
El viaje fue muy bueno. Tuve algunos problemas de comunicación debido al idioma en los aeropuertos y en el avión, pero nada que me quitara el aliento.
En el primer vuelo se hablaba inglés y árabe. Y no entendía ninguno de los dos idiomas, lolrsrs. Pero Dios siempre pone ángeles en nuestro camino. Había muchos brasileños en el vuelo y tuve la ayuda de una mujer y un joven llamado Bruno, Bruno fue un ángel de Brasil a Maputo. Me ayudó mucho, especialmente en Qatar, me orientó en el aeropuerto, para llegar a la puerta de embarque que estaba lejos y era difícil de encontrar.
En el segundo vuelo conseguí comunicarme con el poco español que había aprendido.
Cuando llegué a Maputo sentí la presencia de Comboni con mucha fuerza, era como si estuviera allí, guiándome.
Hora de comer, hora de buscar comida. Uy, me faltan cinco meticais… añadió el asistente, otro ángel.
En la puerta de embarque, sorpresa, la maleta con sobrepeso, como varía según el país, pesaba 3 kg más. Resultado: una multa de cuatro mil meticais que el chico renuncia milagrosamente a cobrar. ¿Otro ángel? No hay duda de ello. Y Comboni seguro.
En el avión a Nampula, un niño se pone a jugar con nosotros, para mí la bienvenida estaba allí.
Finalmente aterrizamos en Nampula. Massimo nos estaba esperando en el aeropuerto. Otros dos misioneros, sacerdotes, estaban con nosotros.
Nos vamos a casa, cenamos y descansamos.
Estamos en el Centro Catequético Misionero, en Anchilo, tramitando los documentos mientras esperamos que comience el curso de inculturación.
Nos encontramos con muchos padres aquí, ya que están en asamblea. Fuimos muy bien recibidos por todos.
El primer domingo aquí, mientras los sacerdotes celebraban la misa en el centro, yo preferí ir a la celebración en la iglesia con la gente. Fue muy bueno ver la sonrisa, la alegría de la gente. El pueblo Macúa es muy alegre y acogedor.
Poco a poco empecé a conocerlos, a convivir con la gente, un buen día, una charla rápida, una sonrisa, y así vamos construyendo el día a día, lentamente para no asustar.
Consciente de la misión que tengo, de los retos ya conocidos y de los que surgirán, llego a la tierra de la misión. Soy consciente de la situación inicial. Ya es posible sentir que los desafíos serán grandes, pero confiando en el Señor seguiré, su palabra es mayor, y si la misión es de Dios, es santa, es segura.
Mi viaje acaba de empezar y me siento feliz de estar logrando lo que siempre quise.
Cada día me doy cuenta de que el trabajo de Comboni se concreta cada vez más. ” Yo muero, pero mi obra no morirá”.
Me gustaría compartir con vosotros un poco de lo que está pasando y una vez más agradeceros a todos vuestra ayuda, cariño y oraciones. Sin vosotros no sería posible.
Seguid rezando por la misión y por todos los misioneros. Desde aquí sigo en oración por cada uno de vosotros.
Estoy muy contenta y le pido a Jesús que bendiga esta nueva misión que se presenta.
Que Comboni, la Virgen y Jesús misionero os bendigan a todos.
Soy Tito, Laico Misionero Comboniano de la Diócesis de Balsas, Maranhão (Brasil).
Después de un largo tiempo de formación y misión y de esperar por causa de la Covid, finalmente pude partir para la misión ad gentes en Mozambique, África.
Salí de Brasil el día 5 y llegué a Mozambique el 7 por la noche.
El viaje fue largo y agotador, pero nada me impidió seguir hasta llegar a mi destino final, donde Dios me llamó y me envió para esta misión.
Aquí fui bien recibido y poco a poco voy conociendo y adaptándome a esta nueva realidad de vida y misión.
Por la intercesión de San Daniel Comboni, que el Dios de la vida me bendiga con una hermosa y bendecida misión.
Recen por mí, por el pueblo mozambiqueño y por la misión.
Rezaré por vosotros.
Abrazos a todos.
Tito, Laico Misionero Comboniano.
Y como dice la gente del pueblo Macua, Salama salama Koxukuru Ampwene Muluku.
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