Laicos Misioneros Combonianos

¿Cuál es la piedra angular de mi vida?

piedra
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Un comentario a Mt 21, 33-43 (XVII Domingo ordinario, 4 de octubre de 2020)

No sé si han visto la película que sobre el evangelio de Mateo hizo el cineasta italiano Pier Paolo Pasolini hace ya algunas décadas. En aquella película, que recuerdo haber visto en mi juventud, me impresionó la imagen de Jesús que el famoso director de cine presentaba: un Jesús profeta, austero y serio, que denunciaba la falsa religión y se compadecía de los enfermos y los pobres. Era una imagen muy diferente de la que presentan algunas estatuas y cuadros que adornan nuestros templos o casas, imágenes heredadas de siglos anteriores, en las que se pinta a Jesús con la cara torcida y los ojos lánguidos, como sin nervio ni energía para combatir el mal y luchar por el bien. Me parece que Pasolini estaba más cerca del Jesús real que las imágenes a las que estamos acostumbrados.

Ciertamente, Jesús se distinguía por su bondad, por su cercanía a los niños, por su atención a los enfermos, por su misericordia infinita… Pero los evangelios nos muestran también a un Jesús que no esquivaba el conflicto, cuando era necesario, sobre todo, cuando llegó a Jerusalén y tuvo que enfrentarse a una clase dirigente que vivía una religiosidad hipócrita, oprimía al pueblo sencillo y no quería escuchar el llamado a la conversión y al cambio profundo.

En ese contexto se sitúa la parábola de los “labradores homicidas” que leemos hoy, una parábola fuerte que pone al desnudo la realidad de aquellos que decretaron la muerte de Jesús, desechándolo como si fuese una persona inútil y hasta contraproducente. Jesús les avisa que los desechados serán ellos, que se quedarán fuera del Reino de los cielos, mientras otros sabrán aprovechar la oportunidad. La clave de esta parábola está en el salmo que cita:

“La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en piedra angular; esto es obra del Señor y es realmente admirable” (Sal 118, 22)

Con esta cita Jesús, tal como lo recuerda Mateo, denuncia a los que le van a matar y avisa de que él se convertirá en la piedra angular de un nuevo edificio, el origen de un nuevo pueblo de Dios, un pueblo que dé frutos de justicia y de paz, de sinceridad y de humildad, de fidelidad a Dios y de fraternidad entre todos. Atrás queda el pueblo de los que se creían dueños del mundo, con derecho a abusar de todo y de todos.

También hoy muchos rechazan a Jesús y desprecian a la comunidad de sus discípulos, porque ellos se sienten los dueños de todo y no tienen que rendir cuentas a nadie. Por el contrario, los humildes y los sencillos, los “pobres de Yahvé, escuchan la palabra de Jesús, la ponen en práctica y forman comunidades del Reino, que son la semilla de una humanidad nueva y renovada.

Al leer este texto, nosotros nos preguntamos: ¿De qué lado me pongo yo? Yo procuro ponerme del lado de Jesús, sabiendo que su mensaje y su presencia son la piedra angular sobre la que construir una vida que dé frutos de amor y verdad, de justicia y fraternidad, frutos de quien se reconoce hijo y no dueño. ¿Cuál es la piedra angular de mi vida: el dinero, el orgullo, las apariencias o el seguimiento de Jesús?

P. Antonio Villarino

Bogotá

Obras son amores y no buenas razones

hijos
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Un comentario a Mt 21, 28-32 (XXVI Domingo ordinario, 27 de septiembre de 2020)

La lectura del evangelio de Mateo que hacemos hoy sitúa a Jesús en Jerusalén, en claro conflicto con fariseos, escribas y sacerdotes del Templo, es decir, con los representantes de la religiosidad oficial de su tiempo.

Aquellas personas se preocupaban mucho por las apariencias externas, por la exactitud de los ritos y por las palabras que hoy llamaríamos “políticamente correctas”, pero Jesús les recuerda que lo que importan no son tanto las buenas intenciones y las palabras “correctas”, cuanto las acciones.

La sabiduría popular castellana tiene dos dichos que nos pueden ayudar a entender esta parábola de Jesús sobre el hijo que dice que sí, pero no hace lo que le mandan y el hijo que dice que no, pero hace lo que le mandan.

El primer dicho afirma que “las paredes del infierno están construidas con buenas intenciones”.  San Daniel Comboni, primer obispo de África central, decía que temía a las “personas buenas”, que se conforman con buenas palabras, buenos sentimientos y deseos, pero no mueven un dedo para mejorar la situación de los pobres, no hacen nada para ayudar a un enfermo, nunca defienden a un maltratado…

Ciertamente esta enseñanza no nos invita a despreciar las buenas palabras y los buenos deseos, ya que “de lo que hay en el corazón” surgen las buenas o malas acciones. Pero Jesús nos avisa que no basta con eso: las buenas palabras y los buenos deseos, por sí solos, se quedan estériles como el árbol que tiene muchas hojas, pero ningún fruto

El otro dicho popular al que me refiero -“Obras son amores y no buenas razones”- se parece a lo que Jesús dijo en otra ocasión:

                “No todo el que dice: Señor, Señor, entra en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7, 21). Y la voluntad del Padre es que todos sus hijos tengan vida en abundancia. Por tanto, si quiero ser hijo verdadero del Padre Dios estoy llamado a realizar acciones de vida, de amor, de justicia.

Hoy es un buen día para preguntarme por mis omisiones: ¿Debería hacer algo más por mi familia, por mis amigos, por mi comunidad, por los pobres? No lo olvidemos: “Obras son amores y no buenas razones”

P. Antonio Villarino

Bogotá

Casa Familiar Rural de Açailândia: una trayectoria de luchas

CFR Brasil

Por Zé Luís Costa. De la página del MST. (Editado por Fernanda Alcântara)

CFR Brasil

La Casa Familiar Rural (CFR) de Açailândia, en el estado de Maranhão, se constituyó como asociación en 2001 después de que un pequeño grupo de militantes sociales se reuniera y empezara a debatir las formas de mejorar la cuestión de la educación rural para la realidad local.

Desde el inicio, las entidades que comenzaron la propuesta de la casa familiar entraron en el debate de este proyecto político y social, como el MST, que se acababa de instalar en la ciudad, el instituto de los Misioneros Combonianos, el Centro de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos y el Sindicato de Trabajadores y Trabajadores Rurales de la ciudad.

La experiencia de este tipo de escuelas ya es antigua en el mundo y en el estado de Maranhão están presentes en varias ciudades diferentes. En otras partes del mundo este tipo de escuela se conocen como “Escuela Familiar Agrícola”.

Desde los primeros debates, las organizaciones interesadas celebraron varias reuniones, incluso en ciudades de las afueras, como nos recuerda Xoan Carlos (LMC). “Celebramos una serie de reuniones en las comunidades. Hubo otras 60 reuniones en los municipios de Açailândia, São Francisco do Brejão, Itinga, Bom Jesus das Selvas. Y finalmente se formó la asociación”.

Nos continúa contando: “De allí obtuvimos un pedazo de tierra, cedido por la Iglesia Católica. Pero no podíamos permitirnos construir el edificio o pagar a los empleados. Así que fueron unos cuantos años más de lucha y articulación en la búsqueda de proyectos, y donde obtuvimos algo de apoyo internacional”.

CFR Brasil

Posteriormente, en 2003, las organizaciones involucradas en la idea lograron iniciar lo que soñaban para la ciudad y sus alrededores, en vista del gran número de asentamientos y comunidades rurales que tenían en las cercanías de la ciudad, ahora con 110.000 habitantes. Era un sueño para el futuro lejano.

Los pioneros de la idea lograron, con mucha lucha, convenios con el ayuntamiento, como afirma Xoan Carlos. “En 2005 comenzamos las primeras actividades de la CFR. Comenzamos con un curso de escuela primaria, habíamos logrado estructurar varias unidades productivas en agricultura, apicultura, ganadería, porcino… El gobernador Jackson Lago tenía la intención de hacer un curso de bachillerato integrado a la educación profesional, y comenzó un nuevo momento para la CFR”, concluye.

Con estas articulaciones, en 2006 se inició el curso de secundaria, que se adaptó mejor a las necesidades de los jóvenes en el campo. Principalmente porque, cuando en 2001, muchas comunidades sólo tenían jóvenes con el cuarto grado como máximo. Esta era entonces la necesidad: una escuela con características diferentes a las convencionales, para el campo.

Jarbe Firmino fue alumno de la primera promoción de la Casa de la Familia Rural de Açailândia, y más tarde ingresó en la Universidad Federal de Maranhão (UFMA). Se graduó en Educación de Campo y regresó a la CFR, ahora como monitor/profesor, y luego tomó un puesto en la institución como coordinador general.

Él cuenta su experiencia criticando la posición del poder público: “Esta experiencia, a la que me refiero, de coordinador, así como en otros momentos, fue de gran dificultad en cuanto al apoyo del poder público. Se trataba de períodos en los que los contratos no eran cumplidos por el Estado, lo que debilitaba el movimiento del que forma parte la CFR”, concluye.

Después de toda esta lucha, vino el reconocimiento y las conquistas. La principal fue la formación de jóvenes como técnicos agrícolas para trabajar en los asentamientos con sus familias y en algunos organismos estatales. El Consejo Regional de Ingeniería y Agronomía, el CREA, los reconoció para que pudieran trabajar de manera oficial prestando asistencia técnica en los proyectos.

Sin embargo, el deseo de la coordinación y del grupo que organiza la asociación y el CFR es que los estudiantes, formados, trabajen con sus familias desarrollando lo que han aprendido, en granjas familiares, como la mayoría de los asentamientos de la reforma agraria.

CFR Brasil

El CFR es administrado por una asociación, y actualmente el presidente es Xoan Carlos. La coordinación es elegida por la asociación y tiene diez profesores que son contratados por la Secretaría de Estado de Educación de Maranhão.

Historia de las casas familiares rurales

Las Casas Familiares Rurales se originaron en Francia en 1935, en una situación de fuerte éxodo rural, cuando un grupo de familias, con el apoyo de la Iglesia Católica, se reunió para replantearse esta situación. La llamaron “Casa” para diferenciarla de la escuela convencional y porque comenzó en el hogar de una familia; “Familiar” porque era una organización de las familias y no del gobierno; y “Rural” porque el objeto de la experiencia estaba en el medio rural en su conjunto: técnico, humano, cultural, etc.

Hoy en día, en Francia, hay 450 CFRs. Desde el decenio de 1960, la experiencia se ha extendido a España e Italia bajo el nombre de “Escuela Familiar Agrícola”. Hay alrededor de 1.000 CFR en los cinco continentes, en treinta países.

En Brasil, las CFRs comenzaron a aparecer a finales de los años 60, actualmente existen cerca de 150 centros educativos rurales que funcionan con la “Pedagogía de la Alternancia”. En Maranhão hay aproximadamente 27 escuelas con estos principios formativos. La pedagogía de la alternancia desarrollada dentro de los métodos de Paulo Freire, en una construcción de formación técnica, se une a la formación para la vida, en el caso de Açailândia, ampliada con el compromiso en las luchas por un modelo diferenciado de agricultura.

CFR Brasil

“Hay, hermanos, mucho por hacer”

Viña
Viña

Un comentario a Mt 20, 1-16 (25 Domingo ordinario, 20 de septiembre de 2020)

Seguimos avanzando en la lectura de Mateo, que nos acerca cada vez más a la figura de Jesús, a sus enseñanzas y valores. Hoy leemos la primera parte del capítulo 20, que nos transmite la parábola de los trabajadores que llegan a distintas horas a trabajar en la viña, recibiendo todos la misma paga.

De esta lectura yo saco tres lecciones principales:

1.- “Vayan ustedes también a mi viña”

En la viña del Señor, que es el amplio mundo, hay trabajo para todos y a todas las horas del día. Al leer este texto me acordé de una famosa frase del escritor peruano, César Vallejo: “Hay, hermanos, tanto por hacer”. Realmente, en nuestro mundo hay mucha tarea pendiente: tanta hambre que alimentar, tantos niños que educar y ayudar a crecer sanos en el cuerpo y en el espíritu, tantos jóvenes que orientar hacia los grandes ideales, tantas familias que construir en un amor gratuito y sólido, tanta justicia que instaurar en el trabajo y en la vida pública, tanta comunión que favorecer en la Iglesia, tanta palabra de luz que compartir… ¿En qué parte de la viña trabajas tú? Mira a tu alrededor y verás que el Señor te llama a comprometerte un poco más, a dar un poco más de tu tiempo, a amar con más generosidad.

2.- “Los últimos serán primeros”

En el trabajo por el Reino no cuenta la herencia recibida sino el tiempo aprovechado cuando uno es llamado. No vale decir: en la juventud yo era muy generoso,  mi familia ha sido siempre católica, como si eso te diese algún privilegio; no vale decir: en mi pueblo siempre hemos celebrado las fiestas religiosas, como si un pasado fiel pudiese justificar un presente infiel… En el trabajo por el Reino no hay privilegios adquiridos y todos son bienvenidos, sea cual sea su historia precedente. Cada generación, cada tiempo tiene su propia misión que cumplir, sus desafíos que afrontar, sus valores que proteger. No podemos “dormirnos en los laureles”, como si lo hecho ayer fuera lo mejor, ni desesperar de que mañana pueda ser mejor. Siempre hay una nueva oportunidad para empezar a hacer el bien y a mejorar nuestra vida.

3.- Trabajar por el Reino es un gozo gratuito

El trabajo por el Reino es en sí mismo la paga que se nos debe. Amar a Dios, servir al prójimo, trabajar por la felicidad de la familia, colaborar en una parroquia, ayudar a unos niños necesitados… todo eso no requiere paga, eso se paga en sí mismo, porque eso nos hace ser verdaderos hijos de Dios, que ama generosa y gratuitamente, sin exigir nada a cambio.

Aprovechemos la celebración del domingo para preguntarle al Señor: ¿A qué parte de tu viña me llamas?

Y peguntémonos a nosotros mismos: ¿Hago algo gratuitamente, por amor puro y simple o estoy buscando siempre una compensación, un reconocimiento, una paga?

P. Antonio Villarino

Bogotá